Vestirse es un comportamiento propio y único de la especie humana que, nos civiliza.
Y lo hacemos por tres razones fundamentales: la necesidad de proteger nuestro cuerpo de las inclemencias climáticas, el pudor a no mostrar nuestro cuerpo desnudo en público y el decoro, que nos hace vestir conforme a los usos y costumbres de la sociedad en la que vivimos.
El factor diferenciador, una vez cumplidas las anteriores normas básicas, es el deseo de mejorar nuestra apariencia, expresar nuestro anhelo de gustar y, por último, seducir.
Sí, la historia de la moda (y de su industria) podría interpretarse como el anhelo de conquistar y cautivar al contrario desvelando u ocultando tal parte de nuestro cuerpo, acentuando o disimulando el volumen en tal otra.
La carencia generalizada de estilo en el armario de nuestros novios y amigos españoles responde más a un fenómeno sociológico que a una cuestión de gustos. La falta de cultura en materia de sastrería, la influencia mediática de famosos y futbolistas o la fisonomía del hombre español son algunos de los factores que provocarían que no seamos un referente mundial de moda. Apenas tenemos una identidad propia definida como ocurre en otros países de nuestro entorno.
En España. no existe cultura sobre la moda masculina, ni siquiera sobre el buen vestir. Habitualmente, vemos en televisión o en entregas de premios o eventos de alfombra roja hombres, que más que ir bien vestidos, lo que pretenden es llamar la atención.
El español no se preocupa (o se preocupa poco) sobre su estilo de vestir y a menudo, no sabe qué ponerse para una entrevista de trabajo, una fiesta o un acontecimiento más formal. En muchas ocasiones es la mujer española la que, habitualmente, compra ropa al hombre, quizás por pereza o dejadez masculina.
Por otro lado, muchos piensan que ir bien vestido es gastarse mucho dinero en determinadas marcas. Sí, el español tiende a la "marquitis" y en base a la marca, se juzga o se califica el buen vestir.
El español no se preocupa (o se preocupa poco) sobre su estilo de vestir y a menudo, no sabe qué ponerse para una entrevista de trabajo, una fiesta o un acontecimiento más formal. En muchas ocasiones es la mujer española la que, habitualmente, compra ropa al hombre, quizás por pereza o dejadez masculina.
Por otro lado, muchos piensan que ir bien vestido es gastarse mucho dinero en determinadas marcas. Sí, el español tiende a la "marquitis" y en base a la marca, se juzga o se califica el buen vestir.
A ello, le añadimos el problema de la censura despectiva, gratuita e ideológica al menospreciar a un hombre elegante tildándole de "pijo" o "de derechas" (como si eso fuera perjudicial o desdeñable).
O quizás se trate de un problema de timidez, de falta de atrevimiento u osadía para seducir con un atuendo impresionante; sirva el ejemplo de los zapatos: es incorrecto llevar un traje con mocasines o castellanos, es un error muy "español".
Además y por lo general, el español medio está condicionado por una cuestión física y/o fisionómica: “somos paticortos y bajitos" al estilo Alfredo Landa, lo que acaba siendo un hándicap a la hora de vestirnos.
Y por último, preferimos la uniformidad al estilo propio.
Preferimos ir con trajes clonados de grandes cadenas de moda a encontrarnos con alguien que vaya "impecable y elegante", cuando lo lógico sería que nos asombráramos cuando viéramos a alguien mal vestido.
Preferimos ir con trajes clonados de grandes cadenas de moda a encontrarnos con alguien que vaya "impecable y elegante", cuando lo lógico sería que nos asombráramos cuando viéramos a alguien mal vestido.
Desde Ottavio Nuccio, nuestro principal interés es que el hombre español y, concretamente, el novio español, haga gala de un estilo propio que le identifique del resto, como ocurre cuando vemos a un "gentleman" inglés o a un "cavaliere".
Artículo escrito por Alberto Mestre en el blog:" Trajes de Novio CMoyano".
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