Páginas

martes, 26 de mayo de 2015

SER AUTÉNTICO EN UN MUNDO SUPERFICIAL


Hoy quiero reflexionar sobre mi aspiración de llegar a ser auténtico. 

Hemos sido creados únicos, originales e irrepetibles, es decir auténticos, y sin embargo, hemos llegado a convertir nuestro mundo en un estado continuo de rebajas en cuanto a autenticidad y de temporada alta en cuanto a superficialidad: tratamos de llevar una doble o triple vida, nos dejamos arrastrar por las modas o por lo "políticamente correcto", nos etiquetamos y nos uniformamos, imitamos a los demás en sus formas, pensamientos, actitudes...

Pues yo quiero ser auténtico, no quiero vivir en lo superficial, en aquello que sacia en apariencia, no quiero “tomar un atajo”, ni llevar careta. 

Porque detrás de todas las apariencias (temor al "qué dirán", al “qué pensarán”, etc.) albergo el miedo a no ser amado, a no ser valorado por mí mismo, por ser como realmente soy. 

La paradoja es que, al no mostrarme auténtico, siento temor, y al sentir temor, arrastro inseguridad, porque tengo que seguir mintiendo para no ser descubierto. Al miedo y a la inseguridad, le sumo la frustración de saber que, en el fondo, soy amado o aceptado por lo que aparento y no por lo que en verdad soy.   
Me niego a ser producto de lo que me rodea, de mi entorno o de mi rutina. Con tal de no esforzarme, me conformo con lo que venga y de dónde venga: es lo "todo el mundo hace”. ¿Puedo ser feliz sintiendo miedo, inseguridad o frustración?

La palabra "auténtico" procede del griego authentés, persona que tiene en sí misma su propio fundamento; que es señor, que es lo que significa el verbo authenteo. 

Ser auténtico consiste en esforzarme en ser coherente, es decir, que entre lo que pienso y hago, hay una estrecha relación, que entre mis ideas y creencias, no hay abismo.

Ser auténtico es ser recto, vivir como pienso, sin doble vida o moral. Es vivir con responsabilidad, ser capaz de ir contracorriente cuando el entorno social permisivo me dice “todo vale”, “haz lo que quieras”, o “vive el momento” (Carpe Diem).

Ser auténtico es ser verdadero. Tener una palabra y un comportamiento y la intención de mantenerlos sólidamente contra viento y marea. Cuando digo algo, es lo que siento, creo y pienso, y lo hago desde la responsabilidad.

Ser auténtico es ser sencillo, sin doblez, sin contradicciones, con un solo lenguaje frente a mí mismo y los demás, manifestarme como realmente soy y no como los demás quieren que sea. 

Ser auténtico es ser natural, una mezcla de espontaneidad, sin complicación ni artificio, estilo propio, sin buscar la aprobación de los demás y siendo una persona capaz de sobreponerme al qué dirán o las críticas injustas.

Ser auténtico es ser equilibrado, tratar de llevar una vida ordenada, armónica, compensada, ecuánime. Evitar la mentira, la crítica despiadada, el juicio injusto, la personalidad múltiple y el cambio de chaqueta.

Ser autentico es ser responsabletener criterio, saber decir que sí y que no, depender lo menos posible de lo de fuera y mucho de lo de dentro, de mis propias convicciones. No quiero ser "masa" que va de aquí para allá según las consignas o modas del momento, sino aquel que sé lo que quiero, aquello en lo que creo. 

Ser auténtico es ser íntegro, de una pieza, de conducta estable, que digo lo que piensa sin ofender y que amo la rectitud. Huir de una apariencia exterior y una distinta interior, saber defender en cualquier lugar o momento mis ideas y mis creencias.

Ser auténtico es no engañar ni engañarme, si fallo, si cometo un error, lo reconozco y pido perdón. No me esfuerzo por buscar el aplauso ni las medallas de los demás, sino llegar a comprender el sentido de mi vida.

Ser autentico es luchar contra los propios defectos de forma correcta, sin rendirme en la fatiga, el esfuerzo o las dificultades, sin lamentaciones y sin quejas inútiles. 

Ser auténtico es aceptar a los demás sin intentar cambiarlos, respetando su forma de ser o pensar y sin imponer a la fuerza nuestras convicciones o voluntades.




No hay comentarios:

Publicar un comentario