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miércoles, 3 de junio de 2015

EL HOMBRE POST-MODERNO: SER LIBRE PARA SER FELIZ






El mundo siempre ha experimentado cambios significativos durante los siglos de historia humana. Sin embargo, no hay duda que los cambios más dramáticos y acelerados se iniciaron durante el siglo XX y han aumentado exponencialmente en este siglo XXI que hemos iniciado.


Fue en el año 1999 cuando los hermanos Wachowski revolucionaron el cine de acción con The Matrix, una película que sin duda sería la antesala de la postmodernidad. 

Matrix nos abre las puertas hacia una visión postmoderna del concepto de realidad, nos hace replantearnos si lo que “vivimos” es real. 

La pelicula,  con una estética diferenciadora, muestra cómo en Matrix la ausencia de culpa se une a la percepción de un sin-futuro y una sin-realidad.


"En el mundo postmoderno no hay realidad, sino un simulacro de realidad, 
una realidad virtual" 
(Jean Baudrillard, filósofo, sociólogo postmoderno).


La “época postmoderna” es la época del desencanto, de la renuncia a las utopías y a la idea de progreso.

Se pasa de una economía de producción a una economía de consumo. 

Emerge una re-valorización de la naturaleza y de defensa del medio ambiente.

Se genera una compulsión constante al consumo.

No importa tanto el contenido del mensaje como la forma en la que es transmitido y el grado de convicción o realidad.

Desaparecen las ideologías como formas de elección de los propios líderes y se reemplaza por la imagen.

Los medios de masas y digitales se convierten en transmisoras de la verdad.

Y en esta época nace y se desarrolla el hombre/mujer postmoderno/a:

Un individuo que sólo quiere vivir el presente, que rinde culto al cuerpo y a la liberación personal.

Ha perdido la fe en la razón y la ciencia, pero que rinde culto a la tecnología.

Vuelve a lo místico y a una búsqueda de salvación en nuevas religiones.

Ha perdido la fe en el poder público y no le preocupa lo más mínimo los idealismos.

Ha perdido la ambición personal de la auto superación y de la valoración del esfuerzo.  

En su vida predomina el hedonismo y cultura del ocio, dominio de Internet y de sus consecuencias.


CULTURA “LIGHT”. Al hombre/mujer del siglo XXI (postmoderno/a) ya no le importa la tradición ni la costumbre, ni los patrones, ni los ideales, ni los referentes. 

Desconfía de lo establecido y busca la diversidad, la diferencia, la emancipación individual y la exploración del propio estilo de vida a su manera.

La vida sin referentes se convierte en una actitud indiferente o insensible ante la vida, que se traduce en total falta de compromiso social y político. 

Ya no le interesa el mundo “general” sino su mundo “particular” y nada más.

Prevalece la levedad de ser: pensamiento débil, convicciones sin firmeza, falta de compromiso, indiferencia, curiosidad y relativismo.

Su ideología es el pragmatismo.

Su norma de conducta, la vigencia social, lo que se lleva, lo que está de moda.

Su ética se fundamenta en la estadística, sustituta de la conciencia.

Su moral, repleta de neutralidad, falta de compromiso y subjetividad, queda relegada exclusivamente a la intimidad.

CULTURA “FAST”. El hombre/mujer del siglo XXI no es paciente. Espera un resultado instantáneo que satisfaga su expectativa ya. 

Todo el mundo quiere ver algo concreto palpitando en sus manos en el momento. El hombre y la mujer del siglo XXI son amantes de la velocidad e instantaneidad.

Es un ser instantáneo y espontáneo. Todo se hace en un instante: “fast-food”, “fast-drunk o botellón”, “zapping”, “selfies”, etc. 

El concepto de la temporalidad se ha deteriorado. Ya no existe la temporalidad que permitía establecer la relación intensificada e individualizada entre la gente y la cosa, entre la comida y el reposo, entre la bebida y la diversión, entre la foto y el revelado...



CULTURA DIGITAL. El hombre/mujer postmoderno vive y se desarrolla digitalmente. La televisión, el móvil, el portátil… se convierten en alimentos intelectuales e imprescindibles.

Lo visual juega un papel esencial y fundamental: el conocimiento, la información, los mensajes ya no se dan por escrito ni por el discurso. 

El mundo digital ofrece la posibilidad de aproximarse a los conocimientos sin mucho esfuerzo y aquí y ahora. 

No obstante, la información es llana e incoherente sin provocar ninguna transformación en la vida individual y social del sujeto.


CULTURA “ANTI-SISTEMA”. El hombre/mujer actual muestra un fuerte rechazo hacia lo establecido por el sistema, por lo jerárquico y por lo estructurado, a los cuales considera opresivos. 

No se identifica con las organizaciones existentes que demandan la fuerte adhesión y el vínculo, ni políticas ni religiosas ni de otra índole.

Se caracteriza por la búsqueda de la relación fluida y emocional. 

Por lo tanto, no adquiere importancia la organización tradicional, sino que las comunidades emocionales aparecen como entidades alternativas. 

CULTURA FELICIDAD/LIBERTAD. Con el fracaso de los grandes ideales modernos, hoy en día la gente no se compromete con los proyectos históricos, es decir ha llegado el tiempo del fin de la cultura del compromiso y del sacrificio.

La gente busca estar bien consigo misma y con los demás, pero no en base a convicciones ideológicas. 

Estar bien significa tiempo libre y más capacidad de consumo, lo cual es el requisito para la felicidad.



Sin embargo, en cuanto a la libertad, no se trata de la libertad personal, social y política, sino en la permisividad subjetiva, en la que el único criterio de valor es la felicidad individual. 


La felicidad que consiste en satisfacción material y palpable: dinero, salud, fama, placeres y poder, ya sea material o espiritual.

"Ser libre para ser feliz" es la clave de la vida para el hombre/mujer del siglo XXI. 













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