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jueves, 23 de julio de 2015

LA POSTMODERNIDAD: “ UNA VIDA LIBRE DE DOMINACIÓN"






“Nos encontramos ante una época de cambios, sino ante un cambio de época”, dice el Papa Francisco, refiriéndose al pensamiento actual del hombre postmoderno.

La postmodernidad es la oposición o superación de las tendencias de la Edad Moderna, sobre todo; pero además, de todo lo anterior. Surge durante la segunda mitad del siglo XX como un intento de renovación radical de las formas tradicionales del arte y la cultura, el pensamiento y la vida social. 

El paradigma del posmodernismo es la contradicción y la globalización, la hibridación y el eclecticismo, la incredulidad y la desconfianza, la cultura popular y la información, la tecnología y los medios de comunicación, el consumo y la imagen, la tolerancia y la diversidad. 

Su gran lema parece ser una “versión actualizada” del famoso poema de Campoamor: 


“En este mundo traidor
nada es verdad ni mentira
todo es según el color
del cristal con que se mira”

Dicho poema no es sino una pesimista (aunque bella) manera de expresar, y admitir, que nada vale, que ningún valor es inmutable, y que todo es subjetivo, arbitrario y relativo en todas las facetas de nuestro mundo.

Las principales características del hombre postmoderno son:



    Anti-dualista: Asevera que no hay dualidades absolutas; valora y promueve el pluralismo y la diversidad (más que negro contra blanco, occidente contra oriente, hombre contra mujer). Asegura buscar los intereses de "los otros" (los marginados y oprimidos por las ideologías modernas y las estructuras políticas y sociales que las apoyaban).
      Desencantado de todo, renuncia las utopías y a la idea de progreso de conjunto. Se apuesta por el progreso individual. Pasa de del pensamiento fuerte, metafísico, de las cosmovisiones filosóficas bien perfiladas, de las creencias verdaderas, al pensamiento débil, a una modalidad de nihilismo débil, a un pasar despreocupado y, por consiguiente, alejado de la acritud existencial.
        Cuestiona los textos: Niega la autoridad u objetividad de los textos (históricos, literarios, religiosos o de otro tipo) pues sólo revelan la intención, los prejuicios, la cultura y la época del autor, y dudan "que sucedieran en realidad. 
          El giro lingüístico: Argumenta que el lenguaje moldea nuestro pensamiento y que no puede haber ningún pensamiento sin lenguaje. Así que el lenguaje crea literalmente la verdad. 

          La verdad como perspectiva: la verdad es cuestión de perspectiva o contexto, más que algo universal. No tenemos acceso a la realidad, a la forma en que son las cosas, sino solamente a lo que nos parece a nosotros (Matrix).

          Todo es relativo: Su existencia se basa en experiencias vivenciales propias, “lo que funciona para mí”, “lo que le es útil a mí puede no serlo para tí”. No trata de convencer ni de ser convencido: basa su existencia en el relativismo y la pluralidad de opciones, al igual que el subjetivismo impregna su realidad. 

          Apoya el relativismo moral, no hay bien o mal absolutos, sino que dependen de circunstancias concretas, el relativismo lingüístico, no hay reglas para comunicarse, todo es aceptable y el relativismo cultural, no hay buenos y malos, depende de los usos y costumbres de cada cultura. 



          El contenido del mensaje no es lo importante: Revaloriza la forma en que es transmitido y el grado de convicción que pueda producir.

            “Amor líquido” es su concepto de las relaciones interpersonales, caracterizado por la falta de solidez, calidez y por una tendencia a ser cada vez más fugaces, superficiales, etéreas y con menor compromiso.

            Los medios de masas ostentan el poder: lo que no está en Internet no existe. Su canal para recibir y emitir información es la web y a través de ella comparte la diversión. 

            Lo que no está en ella no es real, no existe o no es verdad. Hay una excesiva emisión de información (frecuentemente contradictoria). 

            El receptor se aleja de la información recibida descargándola de realidad y pertinencia, convirtiéndola en mero entretenimiento.
            Se pierde la intimidad, especialmente en el contexto de las redes sociales.


            Las ideologías y las etiquetas se rechazan: lo que importa es como ve cada uno las cosas, como se ve reflejado. Se huye de ser etiquetado, se rompe con lo establecido como canon, ya sea arte, moda, política, religión, etc. 

            No hay un concepto universal aplicable a todos y se cuestionan las grandes religiones.
              “Pensamiento débil” o el eclecticismo como explosión de libertad: Son válidos todos los estilos, mentalidades, expresiones, grupos, imágenes, etc. No se siguen patrones preestablecidos: actúa en base a lo que cree que es correcto. Lo que importa es la intención, no la verdad en sí misma, por lo que está abierto a cualquier idea, no hay prejuicios iniciales. 
                Sincretismo religioso y político: intenta conciliar doctrinas distintas. No reconoce los símbolos universales de los idealismos (política, religión, filosofía). Nada es bueno o malo, ni puede aplicarse a todos de forma general. 
                  La oposición como norma: va en contra de todo lo establecido. Marca un camino distinto a seguir. Crea tendencia aunque no es su intención (o eso dice). 
                    Reniega de las grandes figuras carismáticas y los sustituye por infinidad de pequeños ídolos que duran hasta que surge algo más novedoso y atractivo. 

                    Persigue un cambio en el orden económico capitalista, pasa de una economía de producción a una economía de consumo.

                    Revaloriza la naturaleza y la defiende a ultranza el medio ambiente.


                    “Presentismo” o cultura del “Carpe Diem”: sólo quiere vivir el presente; el futuro y el pasado pierden importancia. Se busca lo inmediato. Es lo opuesto al eternalismo, creencia de que las cosas pasadas y las que están por venir, existen eternamente. 

                    Pierde su personalidad individual mediante un procedimiento contradictorio, ya que busca diferenciarse de los demás emulando modas sociales. 

                    La única revolución que está dispuesto a llevar a cabo es la interior. Rinde culto al cuerpo y a su liberación personal. 

                    Le atrae lo alternativo: pintura, música, cine, etc., buscando diferenciarse de los demás y las adopta como sus principales formas de expresión.

                    Se vuelve a lo místico para justificar los sucesos y se preocupa constantemente por los grandes desastres y el fin del mundo. 

                      Tiene una absoluta pérdida de fe en la razón y la ciencia, pero en contrapartida se rinde culto a la tecnología. También en el poder público
                        No posee ambición personal de auto-superación ni valora el esfuerzo. 




                        ¿Te ves identificado con alguna de estas características? 

                        Lo mismo es que eres postmodern@!!!



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