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sábado, 5 de abril de 2014

¿WINNER O LOSER?


No hay triunfo sin adversidad, ni derrota sin victimismo.



¿Por qué existen personas capaces, inteligentes y trabajadores que no terminan por triunfar y otras, que con actitud, consiguen el éxito? 

Porque un triunfador es siempre parte de la solución, un perdedor es siempre parte del problema.



¿Por qué algunas siempre están frustradas, amargadas, pensando en que tienen mala suerte o esperando a que les llegue el gran negocio que las convierta en millonarias y otras tienen una actitud positiva, se ponen en acción y afrontan los problemas como retos? 


Porque un triunfador ve una oportunidad en cada obstáculo, un perdedor ve un obstáculo en cada oportunidad.



¿Por qué algunas se auto-engañan y culpan a otros de sus fracasos y otras ven el problema y planean la solución?


Porque un triunfador tiene siempre un objetivo, un perdedor siempre una excusa.




La suerte y el azar pueden influir, pero ese no es el problema. Triunfar no es (al menos, no siempre) tener dinero y posición: es afrontar las situaciones satisfactoriamente, con actitud positiva y sin excusas.

El quiz de la cuestión es la actitud, la forma de actuar frente a los problemas o la relación que mantenemos con otras personas, lo que diferencia a un "loser" de un "winner".


¿Actitud prepotente o motivadora?

El ego es el denominador común de los "perdedores", que se sienten únicos y diferentes. Para ellos, los demás son incapaces, irresponsables, lentos y poco inteligentes. Piensan que el mundo está en su contra y ellos tienen siempre la razón.

Su "yoísmo" es tan grande que no les cabe en su cuerpo y se muestran, prepotentes y groseros con los demás, no escuchan a nadie, no aceptan consejos, se quejan de todo, hablan mal de todo el mundo, de su trabajo, de sus amigos, de su familia, del clima... no reconocen ni agradecen lo que hacen los demás, y se sienten muchas veces con el derecho de menospreciar o culpar a otras personas. Su "YO" está por encima del bien y el mal.

Saber trabajar en equipo es esencial en el mundo laboral contemporáneo, y ello implica que todos tenemos nuestra parte de responsabilidad, tanto para lo malo como para lo bueno. Aunque en nuestros trabajos se nos exijan resultados cuantitativos, un líder es aquel que "crea grupo" y explota las mejores cualidades de cada uno de sus miembros. Lo importante no es la próxima venta, sino plantearse cada día qué se puede hacer para mejorar el rendimiento del grupo. 

La confianza que los demás depositan en nosotros es directamente proporcional a la actitud que mantenemos hacia ellos. Si sólo nos colgamos medallas cuando las cosas salen bien pero somos incapaces de aceptar nuestros errores, tarde o temprano nos quedaremos solos ante las dificultades que surjan. Y entonces no habrá nadie que dé la cara por nosotros ante las equivocaciones que, con total seguridad, cometeremos. Todos cometemos errores (incluso tú). Una equivocación es una oportunidad para cambiar, no una justificación para atacar a quien la comete.


Los ánimos a un compañero o subordinado incrementan su actitud y su productividad. Aunque siempre haya aspectos que corregir, la crítica continua (y no equilibrada con elogios) sólo menoscaba la moral del que la recibe.

La motivación debe ser una condición innata en las personas exitosas, animar a su gente, sin caer en el error de minimizar sus esfuerzos o subestimarlos. Los líderes tiran del carro y muestran a sus colaboradores, no sólo con palabras sino también con hechos, cómo y cuándo hacer lo que se necesita para lograr éxito. Saben reconocer sus méritos, los entienden y les dan la confianza. Nunca dicen "yo", siempre dicen "nosotros". Su gente es su principal recurso. 

También es de vital importancia dar las gracias a todos nuestros colaboradores o superiores. No debemos dar nada por hecho: sólo nuestro esfuerzo y la colaboración de los demás nos puede llevar hacia el éxito.


¿Actitud negativa o positiva?

Normalmente, los fracasados no saben manejar su frustración, son amargados y pesimistas, envidian a las personas que consiguen sus objetivos y hablan mal de ellas. Se creen víctimas de las circunstancias y nada hacen para arreglar o mejorar la situación. Siempre es la suerte o el azar lo que hace que otros triunfen y ellos, no.

Nunca tienen tiempo para ocuparse de las cosas pequeñas, han nacido para cosas grandes, sus negocios son de millones, nunca de cientos o miles y sólo escuchan a quienes les proponen alguna idea que los haga ricos de un día para otro. 

Si quedan con alguien, llegan tarde o van de sobrados, pero, en realidad, con su actitud sólo demuestran que están fuera de lugar y que desprecian a las personas que están a su alrededor. 


¿Actitud agresiva o pacífica?

El fracasado, que desea tener éxito sin conseguirlo, discute por todo, siempre tiene la razón, se enfrenta a cualquiera que intente contradecirle, sin escuchar sus argumentos o puntos de vista. Siente que nadie ha hecho nada por él, y que por lo tanto no tiene ninguna obligación con otros, no cultiva ni cuida a sus amigos y generalmente está solo porque nadie le soporta. ¿Cómo puede alguien herir y menospreciar a todo el mundo y esperar que le ayuden o respeten? 

La actitud se contagia,  y por ello, si queremos tener contentos a nuestros compañeros, superiores y subordinados, debemos empezar por estarlo nosotros mismos, primero. Cuando afrontamos la vida con positivismo y buen ánimo, tendemos a estar más centrados y capacitados para cualquier reto que se nos presente.

Las relaciones personales son un ingrediente muy importante para nuestra realización individual, nos dan satisfacción y nos brindan el soporte para avanzar en la vida, tienen un costo, sí, pero vale la pena asumirlo, porque solos no podemos. 


¿Actitud rígida o flexible?

La vida es, ante todo, cambio y es muy importante aprender a adaptarnos a las circunstancias; nadie lo sabe todo, pero sí puede aprender algo nuevo de cada experiencia para estar mejor preparado. 

No debemos perder más tiempo quejándonos de no tener tiempo para ocuparnos de las cosas de menor importancia, con la excusa de tener asuntos más importantes que atender; es preciso aprender a delegar y establecer prioridades.

Las personas ganadoras son flexibles, pues saben que en este mundo globalizado, los cambios se producen cada segundo y cuando llega el momento de hacerlos, simplemente los aceptan y los incorporan como parte del proceso que las llevará a conseguir sus objetivos.

Podemos optar por planificar los cambios y las mejoras, o simplemente dejarnos llevar por la corriente y no tener en cuenta ningún imprevisto. 

La competitividad mal entendida lleva a muchas personas al “sálvese quien pueda”. En una organización, tener éxito implica garantizar que los demás también lo alcancen. Todos remamos en la misma dirección o el barco no llega a ninguna parte.

Dado que la información es poder, el perdedor tiene la costumbre de callar todo aquello que estima valioso y que los demás desconocen, guardándolo para sí con el objetivo de sentirse imprescindible. 

Sin embargo, el poder de la información compartida hace que los subordinados amplíen exponencialmente la posibilidad de un éxito seguro.


¿Te planteas objetivos en la vida o improvisas? ¿Sabes hacia dónde te diriges o hacia dónde quieres llegar? Si no lo sabes, difícilmente podrás convencer a nadie para que viaje contigo. Planea tu día, tu semana, tu mes, tu temporada y tus próximos diez años, y averigua qué necesitas para alcanzar cada uno de los objetivos. Apuntar nuestros planes por escrito nos permite llevar un control pormenorizado de nuestras necesidades, objetivos o deseos, empezando por metas pequeñas y asequibles. 


¿Actitud despilfarradora o efectiva?

Los fracasados siempre condicionan su éxito a tener un abultado presupuesto, y si por suerte, disponen de muchos recursos, los despilfarran y malgastan rápidamente. Con medios ilimitados cualquiera tiene la oportunidad de triunfar, eso es sencillo y tiene poco mérito.

Pero con recursos limitados, el triunfador tiene a su disposición la adaptabilidad, la creatividad y la efectividad, para usar éstos con el mejor criterio y asertividad a fin de conseguir los mejores resultados.







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