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viernes, 25 de marzo de 2016

¿ADIÓS A LA CORBATA?



El accesorio masculino pierde adeptos en el mundo y los expertos en moda debaten si se trata de una crisis pasajera o del principio de su fin. 

Tanto para el hombre como para la mujer el vestir de manera correcta, presentable y formal para su trabajo, es un asunto complicado y de todos los días. Además, en los últimos años, la vestimenta para ir a trabajar ha demostrado una gran transformación producto de un cambio generacional, donde la informalidad se ve mucho más marcada. 

La utilización de prendas formales ya no es considerada como algo fundamental o imprescindible, ni tampoco remite a una falta de respeto, en el caso de no utilizarlas. Incluso y cada vez más, hasta en la política, se están manifestando estos cambios. 

Actualmente, en los hombres predominan las camisas, pantalones "chinos" y chaquetas sport, dejando atrás el traje y la corbata.


Históricamente el traje, camisa y corbata fueron considerados la vestimenta formal por excelencia para los hombres pero, poco a poco, han sido reemplazados por una vestimenta más moderna e informal. El uso de la corbata, por ejemplo, ha quedado casi exclusivo para ciertas generaciones y empleos puntuales.

La gran mayoría de los ámbitos laborales está incorporando una tendencia elegante sport que a los empleados les resulta más cómoda, les permite sentirse mejor y por ende, valoran este código de vestuario más informal.

El nombre "corbata" proviene del italiano, corvatta o cravatta, derivado de "croata". El origen data del año 1660, cuando los jinetes del ejército croata usaban pañuelos de colores al cuello, que sus mujeres les anudaban alrededor del cuello para que estos les recordasen durante la batalla. Posteriormente, su uso deriva en el hecho de cubrir los botones de la camisa. En inglés, el término utilizado es tie que también significa "atadura".


Actualmente, la corbata más que un signo de elegancia o de recuerdo, se ha convertido en una prenda que, caracterizada por su rigurosidad y su excesiva formalidad, no es sino una "atadura". Por eso, ya no sólo no es imprescindible su uso sino, en muchos casos, ni siquiera deseable, puesto que confiere una apariencia de rigidez tanto real como figurada al que la porta.

La moda del ‘casual Friday’ derivada en el ‘smart casual’, que permite una relajación en las normas de vestuario el último día de la semana, sobre todo en las empresas de tecnología, un sector cuyos miembros no han sido muy adeptos a anudarse al cuello esta prenda, ha contribuido de forma importante a que la corbata se use menos. 

Otro factor importante fue la sobresaturación de dicho accesorio, de tal forma que algo que era sinónimo de distinción, poder y buen vestir se convirtió en un uniforme: Hoy nadie cree que sea elegante porque se la pone todo el mundo y cada vez se ven más personajes públicos que empiezan a rebelarse contra ella. 

Steve Jobs la usaba muy esporádicamente; Barak Obama y James Cameron, aparecen en muchas ocasiones sin ella; el duque de Cambridge, a diferencia de su padre, el príncipe Carlos, asiste a ciertos eventos de caridad sin corbata, y empresarios como Richard Branson, dueño de la firma Virgin, la detestan. 

Excepto en contadas excepciones, como algún abogado que por tradición la usa o un banquero al que se lo exigen, en ciudades de clima templado o caluroso ya es raro ver personas encorbatadas. Cuando alguien se la pone todos asumen que va para un entierro.

Dejar de usar corbata intenta mostrar valores de cercanía e igualdad; sin embargo, cuando un hombre la porta, quiere enviar un mensaje sobre su estilo de vida. 


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