miércoles, 29 de julio de 2015

RUTA POR EL MADRID DE LAS LETRAS


El barrio de las Letras, también llamado de los Literatos o barrio de las Musas, es un área sin entidad administrativa de la capital de España en el distrito Centro.



La zona está delimitada, hacia el oeste, por la calle de la Cruz y la plaza de Jacinto Benavente; al este, por el paseo del Prado; al norte, por la carrera de san Jerónimo; y, al sur, por la calle de Atocha. 

Debe su nombre a la actividad literaria desarrollada a lo largo de los siglos XVI y XVII. En esta zona fijaron su residencia algunos de los literatos más destacados del Siglo de Oro español, como Miguel de Cervantes, Quevedo, Góngora (que vivió en la misma casa que su antagonista literario, Quevedo), o Lope de Vega y su idolatrada Marta de Nevares.

Comenzamos nuestra ruta desde la Plaza del Angel, con el Café Central, templo del jazz en la ciudad, y de allí por la calle de San Sebastián hacia la Iglesia de San Sebastián.

En sus libros de actas, reflejados en lápidas en su entrada principal, se encuentran registrados los nacimientos, bodas y defunciones de figuras de todas las épocas como Cervantes, Lope de Vega, Vélez de Guevara, Espronceda, Juan Candelas, Iriarte, Moratín, Bécquer o Benavente…

Llama la atención una floristería colindante, edificada en la parte posterior de la iglesia, sobre el antiguo cementerio que fue descanso de los restos de Lope de Vega, en una de la últimas mondas en el siglo XIX desaparecieron sus huesos para siempre.

CALLE DE ATOCHA

Salimos a la Calle de Atocha, Seguimos calle abajo, para tomar a la derecha la calle Costanilla de los Desamparados. 

En la esquina de esta con Atocha, en el número 87, se encontraba la imprenta de Juan de la Cuesta, donde se hizo la edición príncipe de la primera parte de Don Quijote de La Mancha (1604), ahora es la sede de la Sociedad Cervantina de Madrid.

Por esta calle desembocamos en la calle de Moratín (Leandro, o sea, hijo). Aquí se encontraba uno de sus domicilios en este barrio. 

CALLE HUERTAS

Atravesando la calle de Santa María, alcanzamos la calle Huertas,  en cuyo suelo pueden leerse fragmentos de obras de sus ilustres vecinos. 


Fue una de las vías más prolíficas en tabernas desde el siglo XVII, entre las cuales figura Casa Alberto, la más antigua de Madrid. Como costumbre de la época, Las fachadas de las tabernas se pintaban de rojo, las verdulerías, de verde y las pescaderías, de azul.



Pero esta calle fue más conocida por ser el asentamiento de prostitutas, entonces llamadas mancebas o rameras, nombre derivado de la tradición de colgar ramas en los balcones como signo de estas mujeres. Existe un refrán popular sobre esta calle: "Calle Huertas, más putas que puertas".

CALLE DEL LEÓN
Continuamos un poco, y tomamos a la derecha la calle León. En esta zona se encontraba el Mentidero de los representantes donde los actores y autores conversaban, criticaban, encontraban trabajo y se enteraban de todo tipo de noticias.

CALLE CERVANTES
Seguimos un poco más y estamos en la calle Cervantes, llamada así porque aquí tuvo uno de sus domicilios (antes vivió en Huertas y en la plaza de Matute). Paradojas del destino, en esta misma calle se encuentra, un poco más abajo del edificio que se construyó en el solar de la casa del escritor del Quijote, la Casa Museo de Lope de Vega.


Aquí vivió Lope los últimos años de su vida, luego fue abandonada hasta que la Real Academia la compró y la reconstruyó con primor. Ahora se puede visitar y admirar cómo era una casa del siglo XVI.

CALLE LOPE DE VEGA


Ya en la calle Lope de Vega nos encontramos el Convento de las Trinitarias, donde profesó una hija de Lope y otra de Cervantes que además fue enterrado aquí. 

Seguimos por la calle de Lope de Vega, hasta llegar a la plaza de Jesús, llamada así por estar situada allí la parroquia de Jesús de Medinacelli, imagen con gran fama de milagrera. 


Según la tradición, si se acuden tres viernes seguidos a besar la imagen después del primero de marzo se conceden tres deseos, de ahí las colas enormes que se forman en esta época. 

Toda esta zona pertenecía a los Duques de Lerma que vendieron y derribaron su palacio en el XIX para dejar paso a la edificación de edificios tan emblemáticos como el Hotel Palace, junto al antiguo palacio estaba la iglesia que también desapareció para construirse la actual en los años 20.

CALLEJÓN DEL GATO

Han desaparecido los espejos deformantes del callejón del Gato, en los que Valle-Inclán vio la tragedia de España transformada en esperpento a través de los ojos agonizantes de Max Estrella.


Los espejos, que hoy en día sirven de reclamo de un establecimiento especializado en "patatas bravas", eran copias reducidas de los dos grandes espejos de cuerpo entero, cóncavo el uno y convexo el otro, a los que iban niños y adolescentes a ver sus imágenes deformadas pareciéndose a Quijotes y Sanchos.




A dos pasos volvemos a la plaza de Santa Ana, la más espaciosa del barrio, se instalaron los primeros corrales de comedias de Madrid, dos de ellos, el de la Cruz y el del Príncipe, importantes coliseos en los siglos siguientes. 



El corral de la Pacheco, corral de comedias y tragedias, cenáculo de conspiraciones y fábulas, hoy es el Teatro Español.

En este corral está el origen de la escatológica expresión "mucha mierda", ampliamente utilizada en ambientes teatrales como forma de desear suerte en la función. 

Durante el Siglo de Oro español, al comienzo de cada función, siempre alguno de los artistas se asomaba a la puerta de entrada para comprobar cuanto excremento había, pues se asociaba que a mayor cantidad de excremento, mayor cantidad de carruajes habían parado en la puerta, y estos carruajes se traducían en espectadores pudientes (nobles y realeza) que estaban presentes en la representación.

Esto era importante debido a que no se cobraba entrada por ver la obra, sino que el público al finalizar la misma arrojaba monedas al escenario, y cuanta más gente rica, mayores serían las ganancias y cabía la posibilidad de que los nobles pudieran contratar a los artistas para sus palacios.

Hoy, la Plaza de Santa Ana está flanqueada por estatuas de Calderón de la Barca y Federico García Lorca.

En sus alrededores vivieron y malvivieron los más ilustres ingenios de aquel siglo de oro y de miserias: Félix Lope de Vega, Miguel de Cervantes Saavedra, Francisco de Quevedo y Luis de Góngora.





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