jueves, 2 de enero de 2014

LOCOS AL VOLANTE





En el último siglo han producido en España 250.000 muertes y 14 millones de heridos.

En el mundo han sido 35 millones de muertes y unos 1.000 millones de heridos.

Cada año mueren actualmente unas 3.000 personas en España y hay 140.000 heridos más o menos graves. De ellos unos 500 quedan parapléjicos en silla de ruedas.

Además del sufrimiento personal, el coste para el país es de 16.000 millones de euros (2% del P.I.B.= riqueza), que es una cantidad impresionante con la que se podrían solucionar muchísimos problemas.


El 48% de los accidentes laborales son accidentes de tráfico.
Los años potenciales de vida perdidos por estos accidentes son el doble que los provocados por el cáncer o enfermedades cardiovasculares.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que en 25 años los dos mayores problemas de salud de la humanidad serán los accidentes de tráfico y las enfermedades mentales.
Las cifras de muertos en España han empezado a reducirse significativamente desde que empezó el carnet por puntos, lo que evidencia que el método que mejor funciona son las sanciones.







Las causas de los accidentes son varias pero las más importantes son los fallos humanos por:

  • velocidad inadecuada
  • adelantamientos indebidos
  • despistes
  • conducción temeraria 
  • alcohol
  • drogas
  • uso del móvil o navegador
  • falta de descanso
Sin embargo, muy pocos son debidos exclusivamente a las infraestructuras:

  • mal estado del firme
  •  señalización

Soluciones

La clave de todos los accidentes está en conducir a una velocidad menor con la que habitualmente circulamos, en ir más tranquilos, sin tanta prisa  y teniendo siempre en cuenta el "área de incertidumbre" del resto de los conductores (zona en la que pueden hacer maniobras bruscas sin avisar).

No se puede circular "como si nunca fuese a pasar nada" pegado al de delante, mirando el reloj como si nos cronometraran y a "todo lo que dé la carretera", como si fuésemos solos. Los accidentes están en esos despistes y situaciones que apuramos por querer llegar cuanto antes. Conduciendo suave, con tranquilidad y pendientes de lo que pueda surgir, evitamos la mayoría de las posibilidades de tener o generar un accidente.



Correr es síntoma de poca inteligencia porque no se gana apenas tiempo. La mayoría de los tiempos en la carretera no dependen de nosotros (intensidad del tráfico, trazado de curvas, tiempo atmosférico, etc.). Conduciendo a altas velocidades, arriesgamos nuestra vida y la de los demás, consumimos más, desgastamos más el vehículo. El escaso tiempo que podríamos ganar, lo perdemos en la gasolinera repostando más combustible, en el taller ... o en el hospital.Cuando conducimos, el exceso de velocidad se convierte en acto de control, es decir: "Yo puedo mantener una alta velocidad porque llevo muchos años conduciendo, llevo un vehículo bueno y sé que puedo controlar mi coche". Otra frase típica es "Si tengo un coche caro y rápido, tengo que disfrutarlo", "me aburre tanto conducir por autovías y autopistas que mi coche necesita que le dé caña, pero lo controlo". El impulso de correr es un acto de exceso de  autoconfianza por parte del conductor.

Si al conducir controlamos nuestro coche por ejemplo a 130 kilómetros y no nos pasa nada en el siguiente impulso pondremos a nuestro coche a 150 kilómetros. Pensando que a medida que "erróneamente" nuestra auto-confianza sea mayor, el control sea también mayor. Hasta que en otro impulso de exceder la velocidad tengamos una distracción, por mínima que sea, y ocasionemos un accidente.

Es por eso que reducir la velocidad a los límites establecidos es ESENCIAL. Tenemos que acostumbrarnos (a base de multas, que es lo más efectivo) a que conviene salir con antelación para evitar atascos, prisas y problemas y que debemos respetar escrupulosamente las normas. No hay muerte más absurda que morir en la carretera.

No se puede poner un chip en la cabeza de cada uno para controlar qué hace en cada momento, así que la solución es poner radares y coches camuflados (modelos antiguos, con carga, camionetas, radares invisibles tras obstáculos, etc.) que nos disuadan y hagan tomar la costumbre de ir más tranquilos. Porque la realidad demuestra que necesitamos que nos vigilen para cumplir las normas. 

Para todas esas maniobras peligrosas que vemos siempre (adelantamientos suicidas, "achuchar" al de delante, conducir por el carril izquierdo permanentemente, etc.) hay que poner coches REALMENTE camuflados con cámaras grabando permanentemente por delante y por detrás. Así, un energúmeno siempre tendrá la duda de si al que va a adelantar en esa línea continua es un coche camuflado o no. Por supuesto, la multa, en caso claro y probado de conducción temeraria, tiene que ser de no olvidar. Pronto se correrá la voz y en poco tiempo no hará falta tanto control más que de vez en cuando para "recordar".
Por tanto, las soluciones a esto pasan esencialmente por tocar el bolsillo del infractor, está demostrado. Los humanos no solemos tener el hábito del autocontrol muy desarrollado y para la mayoría, la carretera es un tiempo muerto que hay que reducir al máximo o bien un medio para exhibir lo machotess que somos con nuestro cochazo.


Cuando uno corre o conduce temerariamente, para nada piensa en anuncios, en la vida de los demás o en la suya propia porque como "conduce mejor que nadie, nunca pasa nada" y está por encima de la ley. Y ese es el principal problema: la autosuficiencia.

Los puntos, la educación vial, la mejora de infraestructuras, etc. contribuyen pero muchísimo menos que una buena multa de las que duelen. Y multas proporcionales a los ingresos, que para un futbolista de élite, 2.000 € no es nada y seguirá haciendo el cafre con su Audi último modelo (hasta que le caigan 120.000 €).

La solución elemental son multas dolorosas en general y muy dolorosas para casos evidentes y reiterados que no den lugar a dudas. A uno no se "le ha ido el pedal"  en un despiste cuando va a 200 km/h.

Hay que poner muchísimos más radares, ocultos y en sitios aleatorios y sobre todo en los peligrosos. El que sean ocultos es esencial como medida disuasoria. Los radares fijos, avisados de antemano son un insulto a la inteligencia humana y una falta de valentía de los políticos. 

Si la gente viese de cerca que al vecino, amigo, etc. le han puesto una buena multa por saltarse una limitación de velocidad enseguida pondría las orejas tiesas porque el dinero es lo que más duele. Además los radares ocultos son baratos y no serían necesarias campañas larguísimas, la voz se correría enseguida y todo el mundo se acostumbraría a respetar las velocidades, que son la causa mayor de accidentes. Uno se acostumbra a salir unos minutos antes y a ir tranquilamente y no pasa nada.

Por supuesto que las limitaciones de velocidad genéricas por tipo de vía son a veces excesivas. Todos conocemos carreteras sin arcén rectísimas y sin cruces en las que se podría circular más rápido de lo que indica la norma, pero hasta que se pueda controlar técnicamente esos límites (mediante aparatos no hackeables con GPS y mapas vectoriales con limitaciones "ad hoc") los humanos nos podemos acostumbrar a que hay que salir un poco antes y no pasa nada por ir tranquilamente oyendo música, noticias o conversando.

Radares fijos en España
Hay un curioso "efecto masa" con esto de los radares. A cualquiera que preguntes te dirá las excusas de siempre: que lo hacen para recaudar, que la poli son "los malos" y luego te pasará la lista de radares para que sepas dónde están y puedas correr dónde no están (total apenas hay ocultos). Y con ese auto-engaño y satisfacción de pertenecer al grupo "de los buenos" quizá un día adelantando a velocidad normal, no le dé tiempo a ver ese que viene a lo bestia haciendo slalom y ya sólo le quede descargarse la lista de radares como entretenimiento desde su silla de ruedas.


Para evitar el típico argumento idiota de que "las multas son para recaudar" bastaría la elemental solución de decretar por Ley que la recaudación vaya a una ONG para ayudar a la gente con menos recursos y así nos quitaríamos esa cantinela. El guardia civil no se queda con el dinero y la DGT no lo usa para repartirlo y llevárselo a casa. Ese dinero acaba en las cuentas del Estado, que somos todos y acaba en alguna obra pública o social que todos disfrutamos. Y aunque fuese así, que multasen a uno que iba a 180 para recaudar dinero, pues no estaría mal porque los accidentes nos cuestan millones de euros tirados que no benefician a casi nadie y podrían destinarse a sanidad, educación,…

Los super-machos de la carretera con su coche o moto superpotente se pegan al de delante, siluetean y hacen slalom entre los que conducimos normal. Ellos conducen rápido porque los demás respetamos las normas (y a los demás). Si todos condujésemos así, no lo tendrían tan fácil porque sería el caos y necesitarías 10 ojos para ver por dónde te vienen. Pero claro, el cerebro no les da para pensar tanto. Ellos piensan que son los reyes de la carretera por su virtud esquivando "lentos domingueros".

La nueva ley que entrará en vigor en breve y que prohíbe los anti-radares es lógica y adecuada, puesto que sabiendo dónde se encuentran, reducimos la velocidad en ese tramo para luego, continuar con nuestra particular conducción temeraria.

Otra solución elemental para reducir los accidentes es la limitación electrónica de velocidad.  ¿Qué sentido tiene que un vehículo pueda ir a 230 km/h? ¿Por qué se publicita y se jacta uno de ello?.
En este caso, sólo afectaría a accidentes en vías rápidas producidas por ese exceso de velocidad, que no son muchos (la mayoría son en secundarias y a velocidades inadecuadas pero no limitables genéricamente), pero suponiendo que sean 150 víctimas al año por sobrepasar los 120 km/h, tendríamos 150 vidas menos destrozadas + familiares + heridos … 

Lo sé: hay autopistas en las que se podría ir a 150 con igual seguridad que en otras a 120, pero hasta que se invente un sistema de control para cada vía concreta, de momento no hay nada mejor que la limitación general.

Otro ejemplo más de "efecto masa" contra "los malos de tráfico" es el cinturón de seguridad. Antes la gente en ciudad no lo llevaba porque .. "total, no ponen multa". Es como los cascos "quitamultas". Los conductores de autobús no se lo ponían porque "como no es obligatorio". El cinturón te salva la vida en la mayoría de los casos y en muchos otros evita que te rompas la cara contra el cristal o se te hundan las costillas en el volante, póntelo por ti, no por la multa.

Aún así, es vox populi el "póntelo que si no te ponen multa" y es alucinante la cantidad de gente en la ciudad que no se lo pone o de niños que no van sujetos porque su padre considera que no es necesario .. Yo les haría la prueba de tener una parada en seco a 30 km/h (por ejemplo contra una farola o muro o peor: coche en contra) para que vean que te puedes dejar la cabeza contra el cristal. Pues imaginaos esa gente que va por la ciudad a 60 km/h o más sin cinturón. 

La distracción por utilizar el móvil es una causa cada vez más frecuente de accidentes.  Aquí una solución evidente es poner policías de paisano con cámaras fotografiando a todos lo que hablan con el móvil. Paraos en un semáforo y lo veréis. En cuanto se corra la voz de que van a caer 1.000 € de multa porque te pillará tarde o temprano un policía camuflado, ya veréis que rápido se van a comprar un manos libres. No entiendo porqué no se aplica esta medida tan sencilla y disuasoria. No es de recibo la excusa de que si suena una llamada o un wassap, hay que dejar todo y atender el teléfono.

Muchos consideramos el habitáculo de nuestro coche como lugar de trabajo o incluso como el salón de nuestra casa. Nos olvidamos que un coche es una maquina donde tenemos que concentrarnos para tener el control sobre ella. No en vano "los vehículos son armas que matan". La conducta de hablar con el móvil es un comportamiento también de "falsas autoconfianza y autosuficiencia". No entendemos que dependiendo del tono de la conversación que mantenemos mientras conducimos, nuestro cerebro adopta y libera una reacción. Si la conversación es una discusión tenemos que saber que nuestra mente estará concentrada más en las argumentaciones de la discusión que el control de la conducción. Aún los sistemas de manos libres y respuesta automática no reduce el riesgo de poder alterarnos, distraernos y provocando irremediablemente en muchas ocasiones accidentes.

El colmo son los conductores de autobús o de autocar (incluso escolar) hablando por el móvil. Uno que se dedica a eso ¿no podría tener un manos libres? ¿tanto cuesta?. Yo a esos conductores que arriesgan gratuitamente la vida de 50 personas les impediría que siguieran conduciendo.


Los controles de alcoholemia, poco a poco, están generando una conciencia cívica que antes no existía. Hay que tener muy presente que el alcohol está implicado en el 35-50% de los accidentes. La persona que conduce con el triple de la tasa de alcoholemia no se ha confundido ni ha tenido un despiste; merece una multa que le deje una buena huella en su cartera.

Conducir en este estado es de por sí una temeridad pero... ¿por qué nos gusta ponernos en peligro a nosotros y a los demás?. La ingesta de alcohol, como también de otras sustancias estupefacientes, es una conducta demasiado habitual, bien sea como consecuencia de una patología de adicción o como fin a un día de fiesta. Si es así, no podemos conducir. 

Todo conductor que bebe, cree que "controla" y está en un gran error, pues el alcohol inhibe nuestro cerebro y nos predispone a una situación de máximo riesgo, al perder gran parte de nuestro reflejos.



Los controles de estupefacientes también van en aumento, debido a que muchas personas han cambiado la bebida por las drogas, que afectan de igual manera a la seguridad vial.
Lo que está claro es que el conductor inconsciente en la carretera, sólo dejará de serlo al ver una multa que le suponga una buena rebaja en los ahorros que tanto le han costado o al tener que ir a visitar a su hijo al hospital de tetrapléjicos de Toledo. 



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