"La izquierda es el camino más largo para llegar a la derecha y disfrutarla sin complejos"
La ideología de izquierdas en España está basada en el marxismo cultural y su fin es acabar con las tradiciones, instituciones y corrientes culturales de la sociedad reemplazándolas por anarquía, ceguera intelectual y autocensura.
Sus fundamentos principales son la desconfianza en los que no piensan como ellos, la entronización de antivalores en la familia y el Estado, la inquina contra la religión tradicional, el cultivo de la irresponsabilidad y el egoísmo, el consumismo, la contracultura de drogas y sexo libre, el "buenismo", la "correción política", la apropiación de la verdad social, moral y cultural, etc.
Cuando hablamos de izquierda política, "rojos" o "progres" nos referimos principalmente a comunistas, socialistas, colectivistas, «políticamente correctos», feministas, activistas por los homosexuales y los discapacitados, activistas por los derechos de los animales.
Apropiación de la justicia y moralidad
Predicando "integración", "alianza de civilizaciones", "solidaridad", "convivencia", "tolerancia", "un mundo sin fronteras", "soy ciudadano del mundo", desde sus zonas de confort privilegiadas, estos "nuevos progres ricos" son los dictadores de lo "políticamente correcto" que pretenden dar lecciones de rectitud a los demás y erigirse en moralizadores del resto de la sociedad.
Si alguien pelea contra la injusticia, el hambre o el dolor, sin duda es una persona de izquierdas, pero si alguien tiene la sinceridad de manifestar su preferencia por la derecha, entonces es un maldito fascista.
Acusan de "xenófobo" y "racista" a cualquiera que cuestione la conveniencia de tercermundizar Europa. Las élites endogámicas de Occidente están creando una Europa sin europeos, y poco a poco empobreciendola.
En España, esta iniciativa de multiculturalización ha generado en algunos barrios mafias, delincuencia, droga, atracos, violaciones o bandas callejeras, entre otras. Pero el hecho es que ninguno de los defensores de la hoz y el martini ha sufrido en sus carnes los efectos del multiculturalismo, ya que viven en mansiones de barrios acomodados y son ajenos al mundo real a pie de calle.
La izquierda se atribuye la potestad de convertirse en censor de los demás y, por sistema, descalifica a aquellos cuyas ideas, argumentos o pensamiento político no se ajustan a su recta ortodoxia; por lo visto, está en posesión de la verdad absoluta aunque no parezca que, en la práctica, sus ideas de igualdad, libertad, independencia y solidaridad tengan demasiada influencia en la marcha de la economía del país, sirvan para lograr una mejora en el bienestar del pueblo o ayuden a mejorar las relaciones entre los españoles, notablemente perjudicadas desde la llamada Memoria Histórica y el empeño de quienes nos gobiernan en resucitar viejas cuitas y rencores de épocas pasadas.
La izquierda presume de tolerante, pero es antisemita y cristianofóba. La izquierda aboga por la libertad de expresión, siempre que esté alineada a sus principios. La izquierda dice buscar el consenso, pero la realidad es que impone su ideario como único y correcto. La izquierda abandera el concepto de libertad, pero siempre según su definición de libertad. La izquierda dice que gobierna para todos, pero lo cierto es que gobierna contra los que no piensan como ellos.
Sentimientos de inferioridad
La izquierda actual nace, crece y se desarrolla a base de "sentimientos de inferioridad". A menudo, estos defensores de los derechos de las minorías interpretan como despectivo casi todo lo que se dice de ellos (o acerca de grupos con quienes se identifican), tanto si pertenecen como si no, a la minoría cuyos derechos defienden.
Tres millones de euros es el sueldo de Jorge Javier Vázquez. |
Su hipersensibilidad sobre términos como "negro", para nombrar a un africano u "oriental" a un asiático, «discapacitado» para definir a una persona imposibilitada, que en sí mismos no tienen una connotación despectiva, raya en la histeria y para ellos son intolerables.
Algunos defensores de los derechos de los animales hasta rechazan la palabra «mascota» y la sustituyen por «animal de compañía».
No obstante, estos hipersensibles, obsesionados por la terminología "políticamente correcta" no son los negros del "top manta", ni los inmigrantes asiáticos de los bazares ni personas imposibilitadas, sino una minoría de activistas, muchos de los cuales no pertenecen a ningún grupo «oprimido», sino que provienen de estratos sociales privilegiados, con empleo seguro y salarios confortables y, la mayoría de ellos, son varones blancos heterosexuales de familias de clase media.
La defensa de la homoxesualidad forma parte de su estrategia de poner al mundo cabeza abajo. Sin embargo, Marx afirmababa que la alteración de las relaciones humanas fuera de la pareja monógama era una aberración, (...) "la relación de un hombre con una mujer es la relación más natural de un ser humano con un ser humano".
La defensa del derecho de la mujer al aborto antagoniza con la defensa del derecho a la vida de un bebé, a la cual no le dan excesiva importancia. Por su libertad, son capaces de acabar con una vida humana y sin embargo, cuando se trata de un animal (corridas de toros, encierros, etc.), son palabras mayores. Se trata siempre de buscar el enemigo que les interesa.
La izquierda de la hoz y el martini rojo tiene una intensa identificación con los problemas de grupos que tienen una imagen de débiles (mujeres), derrotados (africanos), odiados (homosexuales), o por lo que sea, inferiores. Nunca admitirán en su fuero interno que tienen tales sentimientos, pero es precisamente por su visión de estos grupos como inferiores por lo que se identifican con sus problemas.
Las feministas están ansiosamente desesperadas por demostrar que las mujeres son tan fuertes y tan capaces como los hombres. Ellas están claramente machacadas por el miedo de que las mujeres puedan no ser tan fuertes y capaces como los hombres.
¿Qué progre izquierdista del siglo XXI ha leído a Karl Marx? |
Los izquierdistas de diseño odian todo lo que tenga una imagen fuerte, buena y exitosa. Odian a EEUU, odian la civilización occidental, odian a los blancos, odian la racionalidad.
Y odian occidente porque es guerrero, imperialista, sexista, etnocéntrico, pero cuando las mismas faltas aparecen en países socialistas o culturas primitivas, encuentran excusas porque la razón principal es la ausencia del enemigo idóneo.
El izquierdismo es antiindividualista, es procolectivista. Quieren a la sociedad para resolver las necesidades de todo el mundo por ellos, para cuidar de ellos. No es la clase de personas que tienen un sentido interior de confianza en sus propias habilidades para resolver sus propios problemas y satisfacer sus propias necesidades. El progre es enemigo del concepto competición porque, interiormente, se siente como un perdedor.
"Sí, tengo 19 inmuebles en Madrid pero hay ricos que son buena gente". |
Los sentimientos izquierdistas de inferioridad corren tan profundamente que no pueden tolerar ningún clasificación de algo como exitoso o superior y otra cosa como fracasada o inferior.
Prefieren dar a la sociedad el mérito o la culpa sobre una habilidad o carencia individual.
Así, si una persona es «inferior» no es su culpa, sino de la sociedad, porque no ha sido educada correctamente.
La izquierda progre y beligerante insulta, caricaturiza y menosprecia a los católicos, sin respetar el derecho constitucional a no ser discriminados por razón de creencias religiosas y haciendo gala de su piedra angular: "la tolerancia", que predica hasta la saciedad pero que no practica.
Ninguno de estas personas de "izquierdas de diseño" hace nada para contribuir a sacar a España de la crisis; ninguna de ellas tiene entre sus “vicios” el ponerse a trabajar en algo útil; ninguno de ellos ayuda a los necesitados para que pueda pagar su alquiler o puedan comer caliente una vez al día (algo que, por cierto, hace Cáritas de la Iglesia católica).
El progre, por sus sentimientos de inferioridad, no puede concebirse como un individuo fuerte y valioso. De ahí el colectivismo de la izquierda: sólo pueden sentirse fuertes como miembros de una organización grande o un movimiento de masas con el cual identificarse.
Tienen ciertas tendencias masoquistas: protestan tumbándose ante los vehículos, provocan intencionadamente a la policía o a los racistas para que los maltraten, etc. Estas tácticas a menudo pueden ser efectivas, pero muchos las usan, no como medios para un fin, sino porque el odio hacia sí mismo es una característica izquierdista.
Pueden pretender que su activismo está motivado por la compasión o por principios morales pero es la hostilidad su componente más significativo. Además, muchos de los comportamientos de izquierdas no están racionalmente calculados para servir en beneficio de la gente a quienes claman estar ayudando o defendiendo, porque la actitud hostil de los activistas hacia sus enemigos tiende a intensificar el odio mutuo.
Si nuestra sociedad no tuviera ningún problema social, tendrían que inventar problemas con objeto de proporcionarse una excusa para organizar una "movida".
Queridos abanderados de la hoz y el martini, de la pluma y del show, de la apología de la condición homosexual y de la hipersensibilidad lingüística , de la hostilidad y la beligerancia, del canuto y "las rastas", defensores de las minorías (humanas o animales), del feminismo y de la plena libertad para abortar sin beneplácito humano o divino :
Quiero deciros que yo no tengo porqué avergonzarme de tener una ideología distinta a la vuestra, y mucho menos, de tener una fe que vosotros violentáis con enfermiza vehemencia.
Quiero deciros que no soy ni un friki ni un "pringao de jersey al hombro", ni "amo a Laura"; no soy ni un niño pijo ni un fascista; no soy ni un beato ni un "panolis".
Quiero deciros que algunos tratamos de ejercer la tolerancia con los demás, aún cuando tener que respetar (que no aceptar) vuestras consignas suponga el tambaleo de mis principios religiosos, mis valores éticos y mis ideales políticos.
Quiero deciros que aún a pesar de todo, yo nunca era actuaré de manera absolutista ni tiránica por defender mis ideas.
Quiero deciros que nunca mantendría una actitud de "predicar" unos principios justos e igualitarios y "actuar" de forma despótica y fascista.
Quiero haceros una sugerencia... activemos todos, los valores de la tolerancia para “desactivar la semilla del odio”.
Quiero deciros que, aún a pesar de todo, estamos "condenados" a entendernos, a respetarnos y ¿por qué no?... a querernos.
Un saludo, mis queridos "coloraos".
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