De un tiempo a esta parte, y porque ahora viajo más a menudo en transporte público, vengo observando una actitud generalizada en el metro de Madrid: el uso o, mejor dicho, el abuso del teléfono móvil.
Hombres, mujeres y niños "enganchados" a la pantalla que ya ni siquiera levantan la mirada para ver en qué estación se encuentran.
El uso excesivo de móviles se ha convertido en la pesadilla de adultos, niños y adolescentes. Más del 60% de la población tiene uno, en los jóvenes de entre 12 y 24 años el porcentaje sube a más del 90 %.
¿Se trata de una nueva forma de relacionarnos? o más bien, de "no relacionarnos". Nuestra sociedad está evolucionando a pasos agigantados, pero...¿para mejor? o más bien deberíamos preguntarnos si somos esclavos de la tecnología.
También se ha empobrecido el lenguaje que utilizamos a través de él; se ha visto mermada nuestra capacidad para relacionarnos con el resto de las personas en directo: ya nadie se levanta para ceder su asiento a una persona mayor o a una embarazada, nadie sonríe a nadie y mucho menos, saludamos al que se sienta a nuestro lado.
¿Eres adicto al móvil?
Según estudios recientes, las chicas utilizan más el móvil como un instrumento de comunicación y socialización, para permanecer en contacto con amigas, porque se sienten solas, para pasar el tiempo y no aburrirse, etc. Suelen sentirse más afectadas cuando no reciben llamadas o mensajes de otras personas.
Por el contrario, los chicos suelen utilizar más el móvil para probar juegos, aplicaciones, internet, música, mantener el contacto, etc. pero no se sienten tan afectados cuando no reciben mensajes o llamadas.
- Sientes ansiedad cuando no lo puedes utilizar (por cobertura, batería, normas…).
- Tienes dificultad para separarse del teléfono, guardarlo o apagarlo.
- El móvil comienza a interferir en tus actividades cotidianas (no te concentras en una actividad porque se estás consultando el móvil constantemente).
- Utilizas el móvil mientras hablas con otra persona que sí está presente.
- “Chateas” por el móvil hasta altas horas de la noche (modificando el hábito del sueño).
- Usas el teléfono aún cuando no es apropiado o es peligroso.
- Te sientes más cómodo comunicándote a través del móvil que en persona.
- Pagas facturas elevadas de consumo.
- Comienzas a sentir estrés, irritabilidad, cansancio, alteraciones del sueño y alteraciones emocionales, aunque no se asocien al teléfono.
- Respondes al teléfono en cuanto suena, sin importar dónde estés o con quien estés.
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