La paternidad y la maternidad han sido calificadas en innumerables ocasiones como una de las experiencias más gratificantes de la vida y que más satisfacciones proporciona. MUY CIERTO!
Todo el mundo alaba las virtudes que supone tener hijos pero nadie te habla de los inconvenientes, como si ello significara, necesariamente, tener que hablar mal de los hijos.
Ni siquiera hay un manual del "perfecto padre", ni cursos intensivos y aunque tener hijos no te convierte en padre, del mismo modo que tener coche no te convierte en campeón de formula 1, te aseguro que te espabila.
Todo el mundo alaba las virtudes que supone tener hijos pero nadie te habla de los inconvenientes, como si ello significara, necesariamente, tener que hablar mal de los hijos.
Ni siquiera hay un manual del "perfecto padre", ni cursos intensivos y aunque tener hijos no te convierte en padre, del mismo modo que tener coche no te convierte en campeón de formula 1, te aseguro que te espabila.
Soy padre de tres hijos y no quiero inclinar la balanza hacia el lado negativo, pero ser padre o madre no es sólo perpetuar el apellido, contar cuentos, hacer ruidos extraños, poner caras raras como forma de comunicarse con tu bebe ni tampoco el orgullo de llevar la foto de tus hijos en la cartera te hace mejor padre. Implica también aspectos menos gratificantes que nos tomaremos con humor pero que es necesario contar:
Tu vida ya no te pertenecerá: no hagas planes y olvídate de tus ideales de hijo
Si eres de esas personas cabales que tienen la vida planeada, incluso antes de tener hijos, debes tener en cuenta que todos esos planes cuidadosamente diseñados se irán al traste en cuanto seas padre.
Todos idealizamos como serán nuestros hijos: buenos estudiantes, bien educados, niños modelo, grandes deportistas y altamente responsables. Reza porque la verdad es, que para ser padres, hay que tener gran perspectiva, ser muy flexibles y capaces de evolucionar en nuestros ideales.
Tus hijos serán como sean, no como quieras tú que sean. Y en tu papel de padre, tendrás que aceptarlo. No hay opción.
Todos idealizamos como serán nuestros hijos: buenos estudiantes, bien educados, niños modelo, grandes deportistas y altamente responsables. Reza porque la verdad es, que para ser padres, hay que tener gran perspectiva, ser muy flexibles y capaces de evolucionar en nuestros ideales.
Tus hijos serán como sean, no como quieras tú que sean. Y en tu papel de padre, tendrás que aceptarlo. No hay opción.
Comprarás un coche práctico y no él que a ti te guste
Lo que necesitarás es un automóvil práctico, no necesariamente bonito, barato, que consuma poco y grande, muy grande....para meter niños, maletas, bicicletas o pañales y posiblemente... te quede sitio para tus gafas de sol.
Necesitarás un estómago a prueba de bombas
Amigo mío, tendrás que probar "potitos" repugnantes (para que n se queme el bebé) pero, eso sí, con todas la vitaminas, proteínas y minerales que tu hijo necesita para crecer.
Tendrás que cambiar pañales sí o sí y te digo que no huele bien, pero sale de tu hijo.
Tendrás que limpiar vómitos de tu camisa o peor aún, de tu coche y el olor irá contigo durante una semana, porque los niños hacen eso y más.
Y engordarás como ni te imaginas, y no por el embarazo, que le corresponde a tu mujer, sino porque comerás comidas de "hijos": pizzas, hot dogs, hamburguesas, pasta, patatas fritas y dulces.
Te sentirás el peor padre del mundo
Tendrás que cambiar pañales sí o sí y te digo que no huele bien, pero sale de tu hijo.
Tendrás que limpiar vómitos de tu camisa o peor aún, de tu coche y el olor irá contigo durante una semana, porque los niños hacen eso y más.
Y tiempo para quemar calorías haciendo deporte o en el gimnasio, sencillamente no tendrás. Todo tu tiempo también les pertenece a ellos.
Te sentirás el peor padre del mundo
Lo creas o no, a todos los padres del mundo se nos ha caído alguna vez nuestro hijo de los brazos o le hemos dado un golpe sin querer, claro.
Y, en el momento de la tragedia, todos los padres del mundo hemos mirado el chichón en la cabeza de nuestro hijo, y pensado: “Dios mío, ya lo he desgraciado”.
Y, en el momento de la tragedia, todos los padres del mundo hemos mirado el chichón en la cabeza de nuestro hijo, y pensado: “Dios mío, ya lo he desgraciado”.
Pero seamos realistas: quién no ha sufrido de pequeño, chichones en la frente al caerse de la bici, la cabeza ensangrentada como consecuencia de una "drea" (pelea con piedras consistente en abrirle el cráneo al enemigo), rodillas ensangrentadas jugando al fútbol en un campo de arena y piedras, un diente roto al caer de bruces sobre el suelo o los ojos morados producto de una pelea por la chica que nos gusta del cole.
Pero aquí estamos, vivitos y coleando y razonablemente espabilados, gracias a que nuestros padres nunca se volvieron histéricos ante "cosas normales de la niñez" ni les dieron más importancia que la que tenía.
Pero aquí estamos, vivitos y coleando y razonablemente espabilados, gracias a que nuestros padres nunca se volvieron histéricos ante "cosas normales de la niñez" ni les dieron más importancia que la que tenía.
Y qué decir de los suspensos en el colegio o si tu hijo es suplente en el equipo de fútbol.
Cuidado con volverte un hooligan irascible si piensas que tu hijo tiene que ser el nuevo Nadal o el próximo Ronaldo y porque te enfadarás con él y le gritarás al árbitro, y tu hijo odiará el deporte como respuesta a tu frustración cargada sobre sus hombros.
Sus fracasos serán los tuyos y te dolerán infinitamente más que los propios.
Cuidado con volverte un hooligan irascible si piensas que tu hijo tiene que ser el nuevo Nadal o el próximo Ronaldo y porque te enfadarás con él y le gritarás al árbitro, y tu hijo odiará el deporte como respuesta a tu frustración cargada sobre sus hombros.
Sus fracasos serán los tuyos y te dolerán infinitamente más que los propios.
O el mejor padre del mundo
Disfrutarás de sus éxitos más que si fueran propios, te colmarán de orgullo y satisfacción.
Te pegarás con el padre del equipo contrario porque la entrada de su hijo casi "mata" al tuyo y todos sabemos que en el fútbol debería haber un árbitro sólo pendiente de que no tocarán a tu hijo.
O con su profesor, porque tu hijo sacó un 9 en "mates", cuando en casa todo el mundo tiene claro que merece un 10 por su esfuerzo, empeño e inteligencia.
Verás sólo series y películas infantiles
No sabrás cuál es la última película de Robert de Niro pero te conocerás los diálogos de Pocoyó o del Rey León como si los hubieras escuchado un millón de veces ( y créeme: es lo que harás).
De hecho, responderás con diálogos de películas Disney en el supermercado, en el banco y en las reuniones de trabajo.
El visionado en bucle, una y otra vez sin apenas una pausa de segundos entre una proyección y la siguiente, de todas y cada una de las películas de dibujos animados por las que tu hijo se entusiasma y te hace reponer continuamente, hace que termines respondiendo con acento hispanoamericano mientras tu hijo te dice: ponla otra vez papá!.
Hablarás raro y harás muchas tonterías.
Desde un determinado momento, en el que tu hijo empezará a balbucear sólo tú entenderás lo que tu hijo dice y serás el traductor ante los demás (lo de "papá" no lo dice hasta los dos años, no imagines cosas raras antes: la "p" es una letra fácil de vocalizar).
Te tirarás al suelo a jugar con tu hijo, gatearás, emitirás sonidos guturales sin sentido pero que tu hijo entenderá, te pondrás el chupete en la boca, etc., etc.
El visionado en bucle, una y otra vez sin apenas una pausa de segundos entre una proyección y la siguiente, de todas y cada una de las películas de dibujos animados por las que tu hijo se entusiasma y te hace reponer continuamente, hace que termines respondiendo con acento hispanoamericano mientras tu hijo te dice: ponla otra vez papá!.
Hablarás raro y harás muchas tonterías.
Desde un determinado momento, en el que tu hijo empezará a balbucear sólo tú entenderás lo que tu hijo dice y serás el traductor ante los demás (lo de "papá" no lo dice hasta los dos años, no imagines cosas raras antes: la "p" es una letra fácil de vocalizar).
Te tirarás al suelo a jugar con tu hijo, gatearás, emitirás sonidos guturales sin sentido pero que tu hijo entenderá, te pondrás el chupete en la boca, etc., etc.
Olvidate de tu móvil, ipad o portátil
Desde que tengan un cierto uso de razón, te pedirán todas tus herramientas electrónicas porque se aburren o, sencillamente, se los dejarás para que te dejen 5 minutos en paz, mientras te tomas una cerveza.
Y cuando se rompan (porque se romperán al caer de sus manos), irás a por otra versión más potente y actualizada.
Tu coche estará sucio. Muy sucio
Más vale que no sea para ti una herramienta de trabajo o que no tengas que llevar a alguien respetable, porque a partir de ahora el asiento trasero de tu coche se ha convertido en el almacén de tus pequeños "lechones".
Sí, sí, lo sabemos: eres un padre estricto y pondrás reglas.
Te lo advierto: no servirán de nada. “Prohibido comer en el coche, prohibidos los rotuladores en el coche, prohibido vomitar en el coche…”.
Todo para que el día que tu jefe tenga su coche en el taller y te acabe pidiendo que le acerques se baje de él con una patata frita pegada en el trasero.
Te convertirás en un fantasma nocturno
Bueno, a partir del momento en que tienes un hijo tu vida adulta, tu vida propia, la parte de tu vida que de algún modo te pertenece, sólo tendrá lugar en unos ciertos periodos de tiempo efímeros: cuando el niño esté dormido.
De manera que, en cuanto el pequeño cierra los ojos y respira hondo en un gesto de satisfacción y profundidad, tu pareja y tú os convertís en fantasmas, salís y entráis casi levitando de su habitación, andáis descalzos, habláis bajito y, si no fuera por las ojeras evidentes, la mancha de papilla en la camisa y porque estáis en pijama, cualquiera diría que sois unos ladrones atracando en la casa.
Dormirás poco o en todo caso, en la oficina
Olvida aquellas maravillosas noches de la vida de soltero, cuando dormías cuánto se te antojaba y que no despertabas en medio de la noche por nada ni por nadie. sólo el sol del mediodía te levantaba.
Una vez que tienes hijos, tus horarios de sueño nunca volverán a ser los mismos, ya sea por el llanto del niño cuando es pequeño, por las pesadillas nocturnas, por causa de una enfermedad o cuando son más grandes por tener que ir a buscarlo a alguna fiesta.
Es decir, no volverás a dormir lo mismo ni seguido durante los próximos 25 años de tu vida (por ser optimista).
Cuando son pequeños, te despertarás cada tres horas, tres veces: dos, cuando llore y la tercera, para darle de comer.
Según van creciendo, lo harás a las cuatro de la mañana al grito de “¡Mamáaaaaaa, tengo sed!” (siempre la llaman a ella, pero la que te da con el codo para que te levantes es ella) para ir a la cocina a por un vaso de agua o un cola-cao.
Todo para volver al cuarto de tu hijo y hallarlo profundamente dormido: ¡Qué mono cuando duerme! Y ya no conciliarás el sueño de nuevo.
Si se te ocurre no responder a la primera, porque estás dormido, volverá a gritar a los 30 segundos: "¡Mamáaaaa, tengo miedo!, entonces te tocará entretenerle contándole un cuento o una aventura y posiblemente (¡seguro!) te dormirás antes que él.
Pasarás alguna temporada así, durmiendo con él en su cama en vez de con tu mujer.
Peor será cuando crezcan y salgan "de fiesta". Entonces no dormirás nada hasta que no oigas la llave de la puerta o la luz del pasillo a las 7:30 de la mañana. Ellos te dirán: pero ¿qué más te da dónde esté o a que hora llegue? Estoy de fiesta!. Y tú callarás y pensarás: (yo hacía lo mismo).
Hablar con amigos sin hijos será… una tristeza
“Pues sí, tío, anoche estuvimos en el garito nuevo, ese tan de moda y conocimos a unas chicas buenísimas, nos dieron sus números y tal, a ver si las llamamos, y quedamos este viernes con ellas…y ¿tú qué hiciste anoche?”.
Tras reflexionarlo durante unos segundos, te das cuenta de la triste vida de un padre: anoche cambiaste un par de pañales, preparaste un biberón, acunaste durante mucho rato a tu criaturita y te quedaste dormido sobre la barandilla de la cuna. En fin, un "fiestón".
Tu teléfono dejará de sonar para invitarte a salir "de marcha". Los padres NO hacen "eso".
Tras reflexionarlo durante unos segundos, te das cuenta de la triste vida de un padre: anoche cambiaste un par de pañales, preparaste un biberón, acunaste durante mucho rato a tu criaturita y te quedaste dormido sobre la barandilla de la cuna. En fin, un "fiestón".
Tu teléfono dejará de sonar para invitarte a salir "de marcha". Los padres NO hacen "eso".
Ganarás dinero sólo para ellos
Todo el dinero que ganes es de y para tus hijos: desde el momento del nacimiento en canastillas, pañales, papillas, leche, potitos, juguetes, ropa, bautizo, más ropa, guardería, uniformes, más juguetes y más comida, libros, más ropa, colegio, 1ª comunión, más ropa y más comida, paga semanal, viaje fin de curso, más ropa, universidad, boda, más ropa.........
Por eso, se te acabarán los días de comprar para ti. Cuida bien la ropa que tienes en tu armario porque te tiene que durar al menos una década.
Poco a poco y sin darte cuenta, estarás más tiempo mirando las ofertas de ropa de niños que la de adultos. Te harás un experto en bodies, patucos, peleles, etc.
Por eso, se te acabarán los días de comprar para ti. Cuida bien la ropa que tienes en tu armario porque te tiene que durar al menos una década.
Poco a poco y sin darte cuenta, estarás más tiempo mirando las ofertas de ropa de niños que la de adultos. Te harás un experto en bodies, patucos, peleles, etc.
Te reirás de todo
Más que nunca en tu vida. De cualquier cosa. De que un globo si lo inflas demasiado, explota, de que tu pareja se ha dado un golpe, del moquito que le sale a tu hijo cuando está acatarrado, de que la caja de los juguetes no cabe en el cajón. De que tu hijo se ríe. De todo.
Te volverás como tus padres, que ya no serán tus padres, sino los abuelos
Rígido, disciplinario con ellos y sobre todo, con los abuelos, a quienes no permitirás los caprichos que por derecho les corresponde dar a sus nietos.
Alucinarás de cómo eran cuando eran tus padres y de cómo son ahora que son los abuelos.
No les reconocerás.
No tendrás vida de pareja
Se acabaron las cenas románticas o las salidas a bailar o con amigos. Tu tiempo pertenece a tus hijos.
El romanticismo con tu pareja se limitará a mirar juntos de la mano y con ternura a vuestro hijo mientras duerme o juega.
Todas tus actividades girarán en torno a la felicidad y gustos de vuestros hijos, para al cabo de unos años, se "echen" novia y os abandonen para empezar a hacer lo mismo que vosotros.
Te convertirás en profesor o en alumno, de nuevo
Tendrás que volver a recordar (si es que puedes) lo qué era el mínimo común múltiplo, las ecuaciones de todos los grados o las vertientes de los ríos españoles.
Y otras muchas cosas nuevas que no sabias ni que existían.
Los deberes son más cosa tuya que de tu hijo y de ti dependerá que sea un buen estudiante y por ende, un hombre de provecho.
Y aún hay más, mucho más, pero es mejor que lo descubras tú mismo, cuando seas padre.
Pero, sí te digo algo.......VALE LA PENA.
Te volverás como tus padres, que ya no serán tus padres, sino los abuelos
Rígido, disciplinario con ellos y sobre todo, con los abuelos, a quienes no permitirás los caprichos que por derecho les corresponde dar a sus nietos.
Alucinarás de cómo eran cuando eran tus padres y de cómo son ahora que son los abuelos.
No les reconocerás.
No tendrás vida de pareja
Se acabaron las cenas románticas o las salidas a bailar o con amigos. Tu tiempo pertenece a tus hijos.
El romanticismo con tu pareja se limitará a mirar juntos de la mano y con ternura a vuestro hijo mientras duerme o juega.
Todas tus actividades girarán en torno a la felicidad y gustos de vuestros hijos, para al cabo de unos años, se "echen" novia y os abandonen para empezar a hacer lo mismo que vosotros.
Te convertirás en profesor o en alumno, de nuevo
Tendrás que volver a recordar (si es que puedes) lo qué era el mínimo común múltiplo, las ecuaciones de todos los grados o las vertientes de los ríos españoles.
Y otras muchas cosas nuevas que no sabias ni que existían.
Los deberes son más cosa tuya que de tu hijo y de ti dependerá que sea un buen estudiante y por ende, un hombre de provecho.
Y aún hay más, mucho más, pero es mejor que lo descubras tú mismo, cuando seas padre.
Pero, sí te digo algo.......VALE LA PENA.
No existe nada tan tierno como el amor entre un padre y un hijo.
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