Hoy, con el siglo XXI ya más que iniciado, en pleno apogeo del relativismo más anárquico de toda la historia de la humanidad, del nihilismo más vehemente, nos enfrentamos a un problema moral, social y de gran envergadura: la dictadura moral de la ideología de género.
A sus promotores y defensores ya no les basta con decirnos qué debemos ser, cómo debemos ser, con quién debemos casarnos, como debe ser nuestra sexualidad. Ahora nos dictan cómo educar a nuestros hijos. Es más, pretenden educarlos ellos.
Pero no les van a hablan de amor, les van a hablan de sexo. De un sexo no biológico, de un "sexo a su manera" Como si toda la existencia "desorbitara" en torno a las tendencias "no naturales", no "biológicas", "no reproductivas".
El mundo relativista ha cambiado los valores por las ocurrencias, los principios por el hedonismo, el amor por sexo a la medida, la vida por la muerte, a Dios por el hombre.
Los padres ya no somos los educadores genuinos, legales y morales de nuestros hijos, a quienes por decisión libre, hemos dado vida. Aquellos, quienes en aras de la libertad y la tolerancia, y quienes también dictan quién tiene derecho a vivir, ahora nos dicen que ellos se encargan de educar a nuestros hijos. Y lo hacen con el peso amenazador de la ley.
La biología es sustituida por la cultura. Y me pregunto: ¿cómo alguien que no tiene respeto por la vida ni por la familia puede apropiarse del control de mi vida o de mi familia?
Y si por casualidad se me ocurre expresar mi desacuerdo ante esta ideología, soy susceptible de ser encausado penalmente por homófobo intolerante. Pero ¿realmente están hablando en serio? ¿Cómo es posible que tengan derecho a coaccionarnos a quienes no pensamos como ellos, en aras de la tolerancia mundial, para hacernos claudicar a su pensamiento único? ¿No es eso la misma intolerancia que tratan de erradicar? ¿No es esto dictadura y fascismo?
Podría ampararme en la Declaración Universal de Derechos Humanos para luchar contra esta absurda ley, contra esta dictatorial intolerancia, pero les animo a ellos, que tanto pregonan derechos inalienables, a que le echen un vistazo y aprendan algo sobre las libertades. Libertades de todos, no sólo de una minoría. Conciencias de todos, no de unos pocos. Además, si el relativismo ético cancela los principios fundamentales de esa Declaración o de la ley moral natural, el mismo ordenamiento democrático queda radicalmente herido en sus fundamentos.
Yo nací y crecí en una sociedad donde los valores tenían importancia, donde los principios eran respetados y donde mi libertad no corría peligro por lo que pensara o dijera. Ahora, a mis 50 años, estoy siendo colonizado ideológicamente y mis derechos, cercenados por la ocurrencia inquisitoria de otros, para que piense como ellos o pague. No es otra cosa que de extremismo moral, yihadismo ideológico: o me convierto o muero...
No intentan defender sus "derechos" sino que me impiden ejercer los míos, ni siquiera, tenerlos. Bastante tengo con tener que soportar una sociedad basada en un acuerdo general de amoralidad donde no hay ningún espacio para los que seguimos teniendo un juicio moral de conciencia.
El relativismo radical, el yihadismo ideologico, el extremismo amoral es algo muy peligroso y contagioso. Algunos piensan que es cuestión de tolerancia y por eso se contagia rápidamente, pero es realmente lo contrario. Si Einstein levantara la cabeza no estaría de acuerdo con esta "teoría de la relatividad" estoy seguro!
La tolerancia se basa en el respeto al hombre, a la persona. Si no se respeta a la persona y a su conciencia, cualquier "ocurrencia" es posible. La conciencia es la convicción de que ciertas cosas son buenas y justas. Si hay una confrontación entre dos conciencias y dicen cosas diferentes, se deben tolerar mutuamente, pero no es posible que las dos sean correctas.
Y me dicen que no tengo derecho a protestar. Pues...PROTESTO!!!!!
Los 10 mandamientos relativistas
David Nesher, blogger argentino nos propone el decálogo del hombre relativista, que transcribo literalmente:
David Nesher, blogger argentino nos propone el decálogo del hombre relativista, que transcribo literalmente:
1. “Nada es verdad ni nada es mentira, todo depende del color del cristal con que se mira”. Ahora bien, la frasecita de Campoamor, que revela como ninguna otra el fin de las verdades absolutas, es la que incurre en la primera contradicción flagrante: nada es verdad ni nada es mentira… menos esta frase, este principio, este dogma aniquilador.
2. “Prohibido prohibir”, tradujeron los del mayo francés, una generación que continúa sin abandonar el poder. Ahora bien, si prohibimos prohibir, ya hay algo que sí está prohibido: prohibir.
3. “Todo es opinable”, aseguran los hombres de la sociedad de la comunicación. Sí, todo es opinable; todo menos justamente eso: que todo sea opinable.
4. “Los dogmas son inadmisibles”. Salvo justamente el que a acabo de enunciar, indemostrable pero de aplicación forzosa. En cualquier caso, el hombre siempre parte de un dogma para concluir, tanto en el pensamiento deductivo como en el inductivo.
5. “Libertad de pensamiento”. Muy cierto, pero dos más dos sólo son cuatro en base 1 y por definición. Nadie comienza pensar desde cero, sino desde un eje de coordenadas que le viene dado. El pensamiento humano está sometido a reglas estrechas, que componen lo que se conoce como la ciencia de la lógica: no damos para más y no es para avergonzarse de ello. A fin de cuentas, mal de muchos…
6. “Toda idea, principio o creencia es tan respetable como otra”. ¿Todas? No, porque la que acabo de escribir vale mucho más que cualquier otra y es acreedora del mayor de los respetos.
7. “Eduquemos en libertad”. Pero eso es imposible: si concedemos libertad al alumno para someterse o rechazar la educación, seguramente optará por la libertad de no educarse, sobre todo si piensa en el sometimiento y el esfuerzo que implica el hacerlo. Lo único que importa es la tolerancia, no las ideas que se toleran. Es más, la misma libertad de expresión es un atentado contra la libertad ajena, en cuanto pude influir en el interlocutor.
8. “No acepto aquello que no sea demostrable”. Pero ni tan siquiera puedo demostrar nuestra existencia. Lo empíricamente demostrable no alanza ni el 0,1% e lo conocimientos humanos. Tampoco puedo dar razón de mi existencia.
9. “Lo que se ve, existe, y lo que no se ve, no existe”. Pero nuestros sentidos nos engañan. Además, de esta forma no existirían la lunas de Júpiter, ni el amor, ni el dolor, ni la belleza, ni el arte, ni la literatura… Además, ¿estamos seguros de que la vida no es sueño y ensueño no es la verdadera vida?
10. “Nadie puede decir lo que está bien o lo que está mal”. Pero esta política de no injerencia es buena en sí misma, así como sus numerosos desarrollos en forma de juicios morales, esos juicios que constantemente estamos pronunciando. Es más, si en algo creemos es en nuestras críticas al próximo o en nuestros halagos (en ésos menos, dado que resultan menos numerosos).
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