Convivir en pareja requiere grandes dosis de amor, paciencia y comprensión. Y es que hay cosas de la vida cotidiana que, intrínsecamente, los hombres nunca soportarán de una mujer. Y viceversa, también.
Lo que no soportamos los hombres de "ellas"
Que se metan en nuestras cosas
Los hombres vivimos encantados en nuestro caos particular, tanto físico como emocional.
Detestamos que nos toquen el desorden controlado de nuestra habitación, despacho, cajón de la mesilla, etc. Qué maldita manera de cambiar las cosas de sitio, con lo bien que están donde nosotros las dejamos!
Del mismo modo, nos resulta intolerable que indaguen en nuestras tormentas mentales, en nuestro humor, desánimo y locura.
Nuestro cerebro da lo que da y no es necesario forzarlo.
Cuando nos molestan con la preguntita "¿En qué piensas, cariño?"...pero ¿por qué tengo que decir yo en qué pienso?, o..... "a ver si recoges tus cosas", eso si que nos desquicia, sobre todo por tener que gastar energía en explicar que están recogidas (a nuestro modo).
Detestamos que nos toquen el desorden controlado de nuestra habitación, despacho, cajón de la mesilla, etc. Qué maldita manera de cambiar las cosas de sitio, con lo bien que están donde nosotros las dejamos!
Del mismo modo, nos resulta intolerable que indaguen en nuestras tormentas mentales, en nuestro humor, desánimo y locura.
Nuestro cerebro da lo que da y no es necesario forzarlo.
Cuando nos molestan con la preguntita "¿En qué piensas, cariño?"...pero ¿por qué tengo que decir yo en qué pienso?, o..... "a ver si recoges tus cosas", eso si que nos desquicia, sobre todo por tener que gastar energía en explicar que están recogidas (a nuestro modo).
Que vayan siempre de víctimas
Nuestras compañeras, pobres víctimas, con sus quejas, que van y que vienen siempre comienzan una discusión: "es que ya no me prestas atención", "es que no me quieres como antes"...
¡Basta!, ¿Dónde has leído que te tengo que hacer caso a todas horas (sobre todo si hay partido)? ¿Cómo mides lo que antes te quería? ¿Cuál es el sistema métrico-amoroso por el que te riges?
"No me agobies, que no doy más de mi". Tengo dos neuronas efectivas: una para ojear el marca y otra para coger la cerveza.
¡Basta!, ¿Dónde has leído que te tengo que hacer caso a todas horas (sobre todo si hay partido)? ¿Cómo mides lo que antes te quería? ¿Cuál es el sistema métrico-amoroso por el que te riges?
"No me agobies, que no doy más de mi". Tengo dos neuronas efectivas: una para ojear el marca y otra para coger la cerveza.
Que nos quieran controlar a todas horas
Si a cada momento, tu mujer quiere saber qué haces, qué piensas, a dónde vas, con quien, uno puede llegar a pensar que se ha casado con un miembro secreto de la CIA.
Y nosotros pensamos (pero jamás lo decimos): pero, si yo no hago ni tengo por qué hacer nada; pero si yo no voy a ningún sitio, me dejo llevar; ¿que con quién voy? Con quien va a ser, con mis amigos, esos que no te "molan ni un pelo"...
¿Controlarnos? Qué vá!!! en el fondo, es que no se fían para nada de nosotros. No es una cuestión de control sino de falta de confianza. O de autoridad.
Y nosotros pensamos (pero jamás lo decimos): pero, si yo no hago ni tengo por qué hacer nada; pero si yo no voy a ningún sitio, me dejo llevar; ¿que con quién voy? Con quien va a ser, con mis amigos, esos que no te "molan ni un pelo"...
¿Controlarnos? Qué vá!!! en el fondo, es que no se fían para nada de nosotros. No es una cuestión de control sino de falta de confianza. O de autoridad.
Que nos digan que nunca hacemos nada
Sobre todo, que nos achaquen una presunta pasividad para todo: “Anda, hijo, lo que te cuesta hacer cualquier cosa..”.
Yo siempre digo lo mismo:"Hago lo que puedo y el que hace lo que puede, no está obligado a más!!
Yo siempre digo lo mismo:"Hago lo que puedo y el que hace lo que puede, no está obligado a más!!
Lo cierto es, que en casa casi todos los hombres sufrimos una epidemia de pereza. ¿Por qué? Ni idea, pero podría ser un buen tema de estudio. Pero lo que sí está claro, es que como claudiquemos y hagamos caso, nunca lo haremos como ellas. Entonces...para qué levantar un dedo? Ellas, como el perro del hortelano, ni comen ni dejan comer.
Hacer “cualquier cosa” normalmente (para ellas) significa que te pongas a pasar la aspiradora en el momento que a ella le apetezca, sin contar que tú podrías estar haciendo, en ese momento, algo mucho más importante, cómo resolver el nivel 486 del Candy Crush, que te tiene atascado desde hace tres días, o que pongas la mesa justo cuando quedan dos vueltas para que acabe el Gran Premio de Formula 1 de Malasia, o que cambie de canal para ver "Sálvame" justo cuando dan las repeticiones de los goles de la final de la Champions, ¿es tan difícil de entender que, ante todo, eres un buen aficionado y el saber no ocupa lugar?
Hacer “cualquier cosa” normalmente (para ellas) significa que te pongas a pasar la aspiradora en el momento que a ella le apetezca, sin contar que tú podrías estar haciendo, en ese momento, algo mucho más importante, cómo resolver el nivel 486 del Candy Crush, que te tiene atascado desde hace tres días, o que pongas la mesa justo cuando quedan dos vueltas para que acabe el Gran Premio de Formula 1 de Malasia, o que cambie de canal para ver "Sálvame" justo cuando dan las repeticiones de los goles de la final de la Champions, ¿es tan difícil de entender que, ante todo, eres un buen aficionado y el saber no ocupa lugar?
Que nos hagan ir con ellas a la compra
Ir de compras, en general, a los hombres no nos hace mucha gracia (aunque este no es mi caso, como casi ninguno de los anteriores ni de los posteriores apartados).
Hablo en general, pero a hacer la compra sí vamos, básicamente porque hay que comer. El problema está en ¿quién elige lo que debemos meter en el carro? Sabemos hacer la compra: de forma rápida a la zona fresquita del hipermercado, eligiendo cuidadosamente lo necesario para la casa: pizzas y cervezas para los partidos.
Pero ellas, quieren ir a los espacios donde peor huele: la pescadería, la carnicería, etc. o a los que están situados al fondo del todo, donde resbalan las ruedas del carrito y donde están colocados millones de paquetes de papel higiénico y miles de variedades de productos de limpieza. ¿no es suficiente con el "Marca" y el jabón "lagarto" para el aseo diario?
Hablo en general, pero a hacer la compra sí vamos, básicamente porque hay que comer. El problema está en ¿quién elige lo que debemos meter en el carro? Sabemos hacer la compra: de forma rápida a la zona fresquita del hipermercado, eligiendo cuidadosamente lo necesario para la casa: pizzas y cervezas para los partidos.
Pero ellas, quieren ir a los espacios donde peor huele: la pescadería, la carnicería, etc. o a los que están situados al fondo del todo, donde resbalan las ruedas del carrito y donde están colocados millones de paquetes de papel higiénico y miles de variedades de productos de limpieza. ¿no es suficiente con el "Marca" y el jabón "lagarto" para el aseo diario?
Que quieran compartirlo todo
¿No te has fijado en que cuando vas a un restaurante con tu chica nunca pedís el mismo plato? Es curioso. Ella siempre se empeñará en que pidáis cosas diferentes.
¿Por qué? Porque para ellas una relación con nosotros tiene utilidad y fundamento: compartirlo todo. Lo que nos irrita es que metan la cuchara en lo que hemos elegido nosotros, para qué?....para comérnoslo... NOSOTROS.
¿Por qué? Porque para ellas una relación con nosotros tiene utilidad y fundamento: compartirlo todo. Lo que nos irrita es que metan la cuchara en lo que hemos elegido nosotros, para qué?....para comérnoslo... NOSOTROS.
Lo que no soportan las mujeres de "nosotros"
Que las ignoremos cuando hablan
Y no es que lo hagamos, pero muchas veces lo parece. No olvides que la conquistaste haciéndolo ver que era lo más importante de tu vida, haciéndole creer que era el centro del universo. Y, de repente, se ve convertida en un elemento decorativo más de tu edificio emocional.
Ten en cuenta que las mujeres, de serie, son más inseguras que nosotros. Sobre todo en el terreno emocional. A la mujer hay que reforzarla el ánimo; al hombre, el ego.
Ten en cuenta que las mujeres, de serie, son más inseguras que nosotros. Sobre todo en el terreno emocional. A la mujer hay que reforzarla el ánimo; al hombre, el ego.
Que no mostremos interés por las tareas domésticas
Una mujer ha de hacer de su casa algo muy personal. Un rincón único donde instalar el amor. Su casa ha de ser especial, con un sello propio, aunque al final vayan casi todas a comprar a Ikea, y a la hora de decorar siempre busquen imitar algún detalle muy bonito que vieron en casa de alguna amiga, o en alguna foto de una revista.
A los hombres, en general, eso nos trae al pairo. Y ellas lo interpretan como un grave fallo, una grieta en nuestro amor, al no mostrar interés por construir el nido conjuntamente con ellas.
A los hombres, en general, eso nos trae al pairo. Y ellas lo interpretan como un grave fallo, una grieta en nuestro amor, al no mostrar interés por construir el nido conjuntamente con ellas.
Que esté siempre pongamos el fútbol (o deportes) en la tele
A la mayoría de las mujeres, el tema futbolero les molesta sobremanera. Nos inquieren que siempre, pongamos el canal que pongamos, hay deportes y cuando acaban en ese canal cambiamos a otro y.... lo mismo, más deporte. ¿Y que quieren? ¿que pongamos divinity? En ese canal no hay nada "redondo".
Las razones de este odio enfermizo hacia los deportes, en general y el fútbol, en particular pudieran ser:
Primera, rememoran su infancia y los momentos de aislamiento a que se veían sometidas por parte de sus padres, que pasaban de quererlas muchísimo a ignorarlas por completo cuando empezaba el fútbol.
Segunda, porque mientras hay fútbol ya no se puede hacer otra cosa en casa que no sea ésa: ver el fútbol.
Tercera, porque una vez comienza el espectáculo, su chico desaparece de su vida, es abducido a una cuarta o quinta dimensión y no se puede contar con él para nada durante las siguientes dos horas. (más el resumen posterior y los comentarios: total, toda la noche).
Cuarta, porque el fútbol es un coñazo y además lo ponen a todas horas. Algo que no es cierto: en navidad no hay fútbol.
Quinta, porque no comprenden como, con nuestros 95 kilos y barriga cervecera, nos puede gustar tanto disfrutar del deporte (eso sí, verlo y desde el sofá).
Las razones de este odio enfermizo hacia los deportes, en general y el fútbol, en particular pudieran ser:
Primera, rememoran su infancia y los momentos de aislamiento a que se veían sometidas por parte de sus padres, que pasaban de quererlas muchísimo a ignorarlas por completo cuando empezaba el fútbol.
Segunda, porque mientras hay fútbol ya no se puede hacer otra cosa en casa que no sea ésa: ver el fútbol.
Tercera, porque una vez comienza el espectáculo, su chico desaparece de su vida, es abducido a una cuarta o quinta dimensión y no se puede contar con él para nada durante las siguientes dos horas. (más el resumen posterior y los comentarios: total, toda la noche).
Cuarta, porque el fútbol es un coñazo y además lo ponen a todas horas. Algo que no es cierto: en navidad no hay fútbol.
Quinta, porque no comprenden como, con nuestros 95 kilos y barriga cervecera, nos puede gustar tanto disfrutar del deporte (eso sí, verlo y desde el sofá).
El desorden
Que dejemos las cosas por ahí las saca de quicio. No creo que tenga ninguna explicación antropológica, ni bíblica. Es un asunto educacional y lúdico. De pequeñas ya jugaban a ordenar cosas.
Hay una explicación psicológica que no está avalada por ningún estudio. Es una paja mental mía.
Yo creo que las mujeres necesitan mucho orden en su entorno porque les cuesta más que a nosotros sobrellevar su propio desorden emocional.
Los hombres damos por hecho y admitido que la psique es anárquica, independiente y puñetera. Sabemos que no se puede controlar y convivimos con estos desórdenes como quien pasea a su dálmata.
Hay una explicación psicológica que no está avalada por ningún estudio. Es una paja mental mía.
Yo creo que las mujeres necesitan mucho orden en su entorno porque les cuesta más que a nosotros sobrellevar su propio desorden emocional.
Los hombres damos por hecho y admitido que la psique es anárquica, independiente y puñetera. Sabemos que no se puede controlar y convivimos con estos desórdenes como quien pasea a su dálmata.
Las fugas de gas
Un cuesco, un eructo, para nosotros no es más que una anécdota jocosa. Para ellas es un escarnio. Coño, imagínate que te lo hiciera ella.
De entrada, perdería todo el sex-appeal. ¿Cómo vas a desnudar un cuerpo capaz de emitir semejantes pestilencias?
¿Qué morbo te va a dar explorarlo, si sabes que en cualquier momento, de uno de sus orificios puede salir una fuga que ríete tú de la Chernóbil?
Pues aplícate el cuento. Para esto los tíos somos demasiados laxos. Y no mola. Haz el favor de controlar tus gases y olores, que son muy desagradables y nada eróticos....
De entrada, perdería todo el sex-appeal. ¿Cómo vas a desnudar un cuerpo capaz de emitir semejantes pestilencias?
¿Qué morbo te va a dar explorarlo, si sabes que en cualquier momento, de uno de sus orificios puede salir una fuga que ríete tú de la Chernóbil?
Pues aplícate el cuento. Para esto los tíos somos demasiados laxos. Y no mola. Haz el favor de controlar tus gases y olores, que son muy desagradables y nada eróticos....
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