La elegancia en el mundo de la sastrería y del buen vestir siempre se ha regido por un código estricto, que debe ser respetado y ponderado siempre, permitiéndose una cierta libertad que no sobrepase la línea fronteriza entre el buen gusto y el ridículo.
Este artículo está dedicado a la defensa de las justas proporciones y longitudes que un traje formal de hombre siempre ha de respetar, sobre todo, para vestir en una boda.
Este artículo está dedicado a la defensa de las justas proporciones y longitudes que un traje formal de hombre siempre ha de respetar, sobre todo, para vestir en una boda.
En el traje de novio no hay excusa ni posibilidad de error: en el día de la boda se debe aspirar a la perfección. El novio perfecto es el que viste un traje adecuado a su propia morfología corporal, según el gusto y estilo personales; estilizado sí, pero respetando las normas de la etiqueta y cuidando al máximo cada detalle.
La chaqueta
Últimamente, la moda impone al hombre chaquetas de casi dos tallas menos con respeto a la propia; incluso se pueden encontrar chaquetas extremadamente cortas que llegan casi a la cintura, a la altura de la medida de la manga: una herejía para los cánones de elegancia.
Obviamente, una chaqueta extremadamente corta genera una desproporción, no solamente en las medidas correctas del traje, sino también en cuanto a complexión y morfología, “reduciendo” en exceso el tronco, hasta hacerlo parecer demasiado corto en relación a unas piernas extremadamente largas.
Obviamente, una chaqueta extremadamente corta genera una desproporción, no solamente en las medidas correctas del traje, sino también en cuanto a complexión y morfología, “reduciendo” en exceso el tronco, hasta hacerlo parecer demasiado corto en relación a unas piernas extremadamente largas.
Si la chaqueta es demasiado estrecha, se produce otro notable defecto: al abrocharla, se abre en exceso el pecho y las solapas, creando unas anti-estéticas arrugas que, lejos de favorecer, crean un efecto extraño a la vista.
El Pantalón
Otra prenda que actualmente está siendo completamente “revisado” de los cánones tradicionales es el pantalón: bajos y dobladillos que llegan a mostrar los tobillos, casi siempre vestidos sin calcetines y con zapatos que no son adecuados para un pantalón tan corto.
Esta manera de llevar el pantalón se inspira a los clásicos pantalones “Capri” de los años 50, sin tener en cuenta que ese modelo fue creado a propósito con esa medida, con las justas proporciones, pero nunca creado para un traje de novio.
Esta manera de llevar el pantalón se inspira a los clásicos pantalones “Capri” de los años 50, sin tener en cuenta que ese modelo fue creado a propósito con esa medida, con las justas proporciones, pero nunca creado para un traje de novio.
En cuanto al bajo del pantalón, no hay una medida estándar; sin embargo, la tradición más clásica nos apela a que el pantalón debe tocar el tacón del zapato, creando un par de pliegues, para dar más fluidez a los movimientos.
Los dandis modernos, prefieren que el bajo del pantalón estrecho toque el empeine en la parte anterior, con medio centímetro más en la parte posterior, para dar armonía al look general.
Los dandis modernos, prefieren que el bajo del pantalón estrecho toque el empeine en la parte anterior, con medio centímetro más en la parte posterior, para dar armonía al look general.
El dobladillo en los trajes de novio (chaqué, esmoquin, frac, redingote, etc…) está prohibido: el bajo tiene que ser necesariamente liso.
En el vestir informal, el dobladillo puede existir, pero siempre que no supere los 4 o 5 cm, y sobre todo, que sea solamente un dobladillo (y no un pantalón largo que tras 3 o 4 dobladillos llegue a convertirse en un pantalón Capri) y que nunca llegue a mostrar el tobillo.
Las proporciones han sido también alteradas por lo que concierne al ancho del pantalón. Cada vez con más frecuencia, la moda del pantalón femenino “Skinny”, extremadamente estrecho, se está difundiendo en el vestuario masculino, con prendas demasiado adherentes que no permiten al pantalón caer bien sobre el zapato, impidiendo agilidad en los movimientos y que no dan un aspecto de elegancia.
Esta nueva forma de vestir masculino, además de ser verdaderos atentados a las reglas de etiqueta y a los cánones del “buen vestir”, han sido creadas solamente para hombres extremadamente delgados y bajos.
Un hombre de fisonomía normal, tiene piernas y un pecho que no se adaptan a una chaqueta estrecha y a un pantalón Skinny, y mucho menos un hombre con algo de sobrepeso u obeso.
Un hombre bajo no debiera llevar un pantalón con dobladillos, porque parecerá un niño en un parque y un hombre alto con una chaqueta corta parecerá un “payaso de circo”.
Un hombre de fisonomía normal, tiene piernas y un pecho que no se adaptan a una chaqueta estrecha y a un pantalón Skinny, y mucho menos un hombre con algo de sobrepeso u obeso.
Un hombre bajo no debiera llevar un pantalón con dobladillos, porque parecerá un niño en un parque y un hombre alto con una chaqueta corta parecerá un “payaso de circo”.
Conviene no olvidar nunca que la elegancia es equilibrio, y éste se obtiene con un traje proporcionado y adecuado a cada tipología y morfología, complexión y particularidad de cada novio.
Nunca nos cansaremos de repetir que elegancia está siempre más ligada a la intemporalidad que a las tendencias ridículas o a las modas pasajeras.
Nunca nos cansaremos de repetir que elegancia está siempre más ligada a la intemporalidad que a las tendencias ridículas o a las modas pasajeras.
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