Mi reflexión de hoy incide en algunas consideraciones sobre cuáles son las razones que impulsan a personas resentidas e intolerantes a culpar de forma continua y reiterada a los "otros” por un pasado del que no son, en absoluto, responsables.
Primera, el instinto natural de "algunos" de culpar siempre a los que difieren de su único “pensamiento válido” no puede ni debe hacer cargar a los hijos con los pecados de los padres, como tampoco se puede culpar a un país entero de los errores o barbaridades que cometieron sus abuelos hace 70 años o sus tatara-tatarabuelos hace 500 años.
Es como si culpáramos a los italianos por los actos del Imperio Romano o a los alemanes por los del Tercer Reich.
Segunda, la fatigosa y cansina praxis de hurgar en el pasado como adalides de una justicia histórico-arqueológica, así como el inviable propósito de reescribir la biografía española, no puede ni debe obstruir el planteamiento de una inmediata búsqueda de soluciones a los problemas, tanto presentes como futuros, y anclarse en aquellos a los que no hay retorno.
Es como si se pretendiese argumentar que en una guerra hubiera, por un lado, soldados y por otro, asesinos, o que sólo existieran bajas en un solo bando.
Tercera, el anacrónico intento de perpetuarse en los hechos acaecidos en el pasado junto a la apropiación indebida de una pretendida tolerancia universal y el resentimiento por la búsqueda incesante de culpables, no pueden ni debe orientar al establecimiento de una sociedad excluyente, de pensamiento único, de ortodoxia progresista, anti-tradicional y anti-patriota, cristiano-fóbica, hetero-fóbica y con una limitación de la libertad de expresión según para qué o para quién.
Cuarta, la hilarante preocupación de "algunos" por la clasificación y el etiquetado de los ciudadanos, la estigmatización ideológica y el enfrentamiento social no puede ni debe seguir dividiendo a España en dos mitades: una buena, a la que todo se la perdona y otra mala, a la que por todo se la condena.
Es como preguntarle a un hijo a quién quiere más, si a papá o a mamá, como si fuera mensurable o si tuviese que elegir.
Quinta, el mensaje demagogo, oportunista y populista, la lucha sectaria ante posiciones o convicciones diferentes y la re-activación del odio ideológico no puede ni debe confundirnos a la hora de aprender unos de otros para sumar, ni desviarnos de la idea común de construir una España moderna y justa.
Es como empecinarse hasta la crispación en negar que una persona de Lepe pueda ser inteligente porque así lo demuestran los tópicos y lo confirman los chistes.
Sexta, la dialéctica destructiva, la falta de respeto moral al rival y autorreferencialidad no pueden ni deben confundir tolerancia con permisividad, libertad con condescendencia, pluralismo con anarquía.
Es como tratar de imponer respeto a la fuerza (apología) por una condición sexual distinta a la heterosexual y a la vez, intentar doblegar a la fuerza (tiranía) una creencia religiosa ante una posición laicista.
Séptima, la sustracción sistemática de la verdad ideológica absoluta, la apropiación intransferible de la cultura como bien exclusivo y la atribución posesiva de las políticas sociales no pueden ni deben caer en el error nuestra identidad plural, nuestra tradición singular y nuestra cultura común.
Es como empecinarse hasta la crispación en negar que una persona de Lepe pueda ser inteligente porque así lo demuestran los tópicos y lo confirman los chistes.
Sexta, la dialéctica destructiva, la falta de respeto moral al rival y autorreferencialidad no pueden ni deben confundir tolerancia con permisividad, libertad con condescendencia, pluralismo con anarquía.
Es como tratar de imponer respeto a la fuerza (apología) por una condición sexual distinta a la heterosexual y a la vez, intentar doblegar a la fuerza (tiranía) una creencia religiosa ante una posición laicista.
Séptima, la sustracción sistemática de la verdad ideológica absoluta, la apropiación intransferible de la cultura como bien exclusivo y la atribución posesiva de las políticas sociales no pueden ni deben caer en el error nuestra identidad plural, nuestra tradición singular y nuestra cultura común.
Es como apoderarse del agua de un río que transcurre y desemboca en una determinada comunidad autónoma, obviando el hecho de nace y discurre también por otras comunidades autónomas distintas.
¿Por qué algunos se empeñan en reescribir el pasado?
¿Por qué algunos se empeñan en reescribir el pasado?
No hay comentarios:
Publicar un comentario